Paco Ureña: «Intento mejorar para no defraudar a la afición»

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Jaime Roch / 3º Periodismo

Un animal fiero y torero capaz que le haga frente ha sido la mejor promoción para la fiesta de los toros, pero el hombre sin miedo que venció la bravura por medio de la pureza y el corazón no ha sido condecorado. Paco Ureña reivindicó en Las Ventas junto a ‘Pastelero’, un bravo toro de Victorino Martín, el principio más básico de la tauromaquia: la emoción.
El diestro murciano, como si de un alpinista se tratara, escaló hasta la cima más alta sin ningún tipo de arnés para obrar un auténtico compendio de toreo: reducir la fiereza del animal hasta su sometimiento. El sentimiento por encima del músculo.

Pregunta. ¿Cómo valora su paso por Madrid?

Respuesta. Creo que he aprovechado las opciones de triunfo. Ha sido la feria en la que más dudas he despejado a todos los que no confiaban en mí porque reafirma lo que quiero llegar a ser, sobre todo, la tarde de los victorinos.

P. ¿Cómo fue ‘Pastelero’, el toro de Victorino Martín?

R. Ha sido el toro más bravo al que me he enfrentado. Por el pitón derecho fue mejor que por el izquierdo. Tuvo una gran transmisión, carácter y personalidad. Es uno de los animales más importantes de mi vida porque si como torero no soy capaz de apostar por él, hubiera dado un paso atrás.

P. ¿Su bravura fue agradecida?

R. Él marcó desde el principio su carácter de dominar la situación. Incluso, a veces, soltó mucho la cara, pero debo de agradecerle sus importantes virtudes. Para poder a estos toros hay que hacerlo con el corazón y con la mirada antes que con la muleta, además, cuando les sometes, muestran la fiereza de sentirse podidos. Me pasó al final de la faena.

P. ¿Cuál fue el secreto de su labor?

R. Entregarme desde el principio sin saber lo que iba a pasar. No sabía si el toro iba a coger la muleta pero me puse a torearlo como lo hago cuando entreno de salón y creo que esa fue la principal virtud. Estar delante de ‘Pastelero’ fue duro porque pensé que podía ganarme la pelea.

P. ¿Cómo se entrega de esa forma?

R. Por el compromiso que tengo con mi concepto, con el toro bravo y la afición de Madrid. Cerré los ojos y tiré hacía delante hasta lo que el corazón aguantara. En ningún momento vi que dominaba a ‘Pastelero’ porque él no me lo mostraba, yo lo que hacía era poner la muleta en el lugar adecuado y tirar de él. No fui consciente en ningún momento de si le estaba pudiendo porque solo pensaba en torear.

P. La faena tuvo tres fases. ¿Satisfecho con lo conseguido en el ruedo?

R. Creo que ha sido una de las faenas más emotivas de todo San Isidro. Me di cuenta en la primera tanda que el toro lo que quería era espacio porque si me quedaba encima de él, se violentaba. Esa tanda confió al animal y se sintió más poderoso todavía porque sabía que podía dominarme la faena. En la segunda tanda hubo un punto de inflexión, es decir, me quedé en el sitio y le di un toque más suave con la muleta y el toro se me montó encima. A partir de la tercera serie tuve que fijarlo con un toque más fuerte y dejarle ir por donde eligiese. Me cogía la muleta por el centro porque me venía por dentro y con su bravura empujaba todo el recorrido que tenía. La estocada fue perfecta de ejecución pero no de efecto porque vendió cara su vida.

P. Es sorprendente lo de los toques porque el encaste Albaserrada no quiere violencias…

R. La fiereza del toro lo requería. Si a ese animal le dejo la muleta muerta sin que él sepa que la situación la domino yo, hubiese sido imposible pegarle pases porque se hubiese quedado corto, con mucho peligro y no se hubiesen visto sus importantes virtudes.

P. ¿Por qué insistió por el pitón izquierdo?

R. Estaba toreando en Madrid y había que apostar. Necesitaba mostrar que el lado izquierdo del toro no tenía las mismas condiciones que por el derecho. No me puedo ir de ninguna plaza sin mostrar las características de los toros por ambos pitones. Esa labor ha marcado mi vida porque me ha hecho evolucionar como torero.

P. ¿Hacia dónde evoluciona su tauromaquia?

R. Intento ser mejor torero cada día para no defraudar a la afición. Estoy dispuesto a entregar al toro todo lo que tengo, es decir, me siento cómodo cuando pongo mi vida en juego porque el toro nos entrega la suya.

P. ¿Qué le llamó la atención de ‘Pastelero’?

R. La manera de expresarse con su mirada porque quería demostrar su bravura para ganar su batalla. Su gesto fue en todo momento intimidatorio y retador. Gracias a él he dado un gran salto para llegar a ser torero de Madrid pero todavía me queda mucho.

P. ¿Cómo se queda cuando ve que no ha sido una faena premiada?

R. Me es indiferente. Los aficionados quieren ver a Paco Ureña y se hacen muchos kilómetros para pagar una entrada por mí. Eso es lo que realmente me importa por mucho que se quiera imponer un sistema de negocio. No hay nada más bonito que tener la conciencia tranquila y estar anunciado en el lugar que cada día me voy ganando. Ha sido una faena que ha aportado a la tauromaquia por su emoción y siempre será recordada. Cuando los aficionados hablen de un toro bravo saldrá ‘Pastelero’ y también el nombre de quien lo ha toreado, y eso es muy grande.