Henry-Jean Santini: Un sentimiento sin fronteras por el Valencia CF

0
1350

Vicente Tafaner / 4º Periodismo

Dicen que el amor es irracional. El primero, afirman, suele ser apasionado. Pero pocos son los que duran toda la vida en estos tiempos de estrés y modas pasajeras. Los psicólogos recomiendan mantener viva la llama, aunque el mayor problema para la mayoría es reinventarse cuando la monotonía atenaza nuestras acciones. Los científicos, incluso, no dan más de tres años de vida a la necesidad fisiológica del amor. Ninguno de ellos conocerá a Henry-Jean Santini (Orán, 09/06/1960).  El aficionado francés lleva toda la vida prendado por un escudo, siempre con los mismos colores, siempre acudiendo a la misma morada situada entre la avenida de Suecia y la avenida de Aragón y siempre escuchando la misma música, una balada que atrona en el Amunt Valencia. ¿Rutina? Se equivocan. Amor, responde el señor Santini.

Pocos viven el fútbol y el amor por unos colores con la pasión irracional con la que lo hace Henry-Jean Santini. La prueba está en el viaje que realiza cada vez que el equipo juega en Mestalla. Desde Perpiñán (Francia) hasta la capital del Turia para ver jugar a su Valencia en uno de los estadios con más historia de la Liga. “Mis amigos me dicen que estoy loco aunque yo lo hago con mucha ilusión. Poder animar al equipo, sentarse en el estadio y celebrar las victorias es algo que no cambio por nada. Todo lo que siento por el club lo resumiría en una palabra: Pasión”, aseguraba.

En una caferería ubicada en Gran Vía del Marqués del Túria de Valencia, allí fue donde empezó la historia, donde nació el flechazo. “Mi padre era dueño de un bar que se encontraba al lado de la cafetería y allí solían estar los futbolistas del Valencia CF. Yo pasaba todos los días, simplemente por verlos. Me acuerdo mucho de Juan Cruz Sol. Mi periplo en la ciudad coincidió con la consecución de la Liga del 71, detonante final que terminó con el “virus Valencia” impregnado en mi corazón para el resto de mi vida”, afirmaba.

Por amor, por estudios y por trabajo, Francia pasó a ser su nueva casa. Tras quince años en España, Perpiñán iba a ser testigo del afecto de Henry-Jean por los colores blanquinegros. “Marcharme fuera no fue un problema para mí. Escuchaba al Valencia por la radio cuando no podía ver un partido. Estaba y estoy al corriente de todo lo que ocurre. Vivo muy de cerca la actualidad que rodea al equipo. Además, intento que mis amigos sientan algo parecido a lo que siento yo por este club”, manifestaba.

 

El viaje

Más de 500 km por carretera. Casi cinco horas de recorrido. Un Audi Q7, una mochila cargada de ilusión y una garganta dispuesta a cantar los goles de su equipo. De Perpiñán a Valencia y de Valencia a Perpiñán, sólo para disfrutar de 90 minutos de fútbol en Mestalla. “Cuando una cosa se hace a gusto, el tiempo pasa volando. He vivido muchas historias y guardo un gran recuerdo de todas y cada una de mis visitas”, declaraba.

Esta temporada, para Henry-Jean está siendo especial, puesto que recibió un regalo que ni él mismo esperaba: “Yo nunca había sido socio y el año pasado, mi mujer decidió obsequiarme con el pase de esta temporada. Fue todo un orgullo. Ahora, cada vez que alguien me pregunta la razón de mis viajes, les contesto que debo amortizar mi credencial. Esta campaña he fallado a muy pocos partidos”, asentía.

Asimismo se encuentra encantado con todo lo que ha vivido y vive con relación al club: “Toda la vida he soñado con ser jugador del Valencia. Sabía que sería difícil, por lo que más tarde pensé en ser alguien importante dentro del club. 50 años como seguidor y nunca lo había conseguido hasta hoy. Primero me entrevistó VCF Play y ahora AMUNT. Me siento como el Julio Iglesias francés”, bromeaba.

Todavía le queda un sueño por cumplir. Un anhelo por el que a buen seguro, recorrería los kilómetros que fuesen necesarios: “Me gustaría que el Valencia ganase la UEFA Champions League. Un club como el nuestro merece tener un título así en sus vitrinas. Esta temporada ha sido complicada, pero creo que dentro de poco volveremos a recuperar ese espíritu que consiguió enamorar a un aficionado como yo”, sentenciaba. Sentimiento y devoción por unos colores. Admiración por un escudo y afición por el fútbol. Un deporte que une y separa personas. Un deporte que despierta pasiones. Un deporte que como a Henry-Jean Santini le hace cruzar fronteras para alentar al Valencia CF, su equipo del alma en las buenas y en las malas.