ALPAN, una llamada a la solidaridad que alimenta almas

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José Enrique Ojeda / 4º Periodismo

El Rotary Club Valencia-Centro sigue los pasos de Madrid y Barcelona adaptando en la capital del Turia el programa ‘ALPAN: Alimentos Para Necesitados’

Rotary, la organización benéfica a nivel mundial fundada en Chicago en 1905, y sus más de un millón de rotarios repartidos por todo el mundo viven decididos a enfrentarse a los retos que afectan a las comunidades y a fomentar la paz y la buena voluntad a través de proyectos solidarios. José María Sogel, miembro del Rotary Club Madrid, club más antiguo de Europa, puso en marcha hace quince años el programa “más ambicioso” instaurado en España: ‘ALPAN: Alimentos Para Necesitados’. Tras él, Albert Faus, miembro del Rotary Club Barcelona adaptó el programa en la ciudad condal en 2007.

Desde hace dos años, el Rotary Club Valencia-Centro representado por los apodados “los Nachos”, Ignacio De los Mártires e Ignacio Baixauli, presidente y vicepresidente del club, reparte en la ciudad de Valencia más de una centena de menús diariamente. Este programa es posible gracias a la labor conjunta de empresas patrocinadoras y voluntarios.

Un día de ALPAN

Diez y media de la mañana de un viernes cualquiera, ‘Chano’, encargado de mantenimiento de El Cotolengo y voluntario del programa ALPAN, se dispone a comenzar el circuito diario por la ciudad de Valencia. Tiene dos recorridos a realizar. En primer lugar, se dirige al hotel Meliá Plaza en la furgoneta donada por Ugarte Motor, para dejar los contenedores que recogerá el lunes llenos de comida. A continuación acude a la empresa de catering ISS Services para recoger los 50 menús destinados a los enfermos de El Cotolengo para ese mismo día. Asimismo, dos voluntarios de Cáritas desempeñan la misma función, pero en este caso su destinatario será el segundo beneficiario del programa, el comedor social San José de Benimaclet.

El presidente del Rotary Club Valencia-Centro, Ignacio De Los Mártires, agradece constantemente la gran labor de los patrocinadores, “nuestra función es simple pero a la vez imprescindible. Hemos sido capaces de concienciar a los grandes hoteles y empresas hosteleras para que ayuden a los necesitados de nuestra ciudad. Solo somos el nexo de unión. El corazón de este programa son ellos, sin su bondad no existiría”.

Tortilla de patatas, legumbres, fruta variada y pan. Este es el menú que más de 50 personas encuentran escrito sobre la pizarra al llegar cada viernes a eso de la una del medio día al comedor social San José, enclavado en lo más profundo del barrio de Benimaclet. La sonrisa de la gente en el comedor va de oreja a oreja cuando la furgoneta del Rotary Club se asoma por la esquina de la calle Providencias de Valencia, “¡ya ha llegado la comida, ya ha llegado!” exclaman. En la puerta, Mariluz toma nota en su libreta de los presentes, que se ordenan en fila india. Mientras tanto, Pepa destapa los recipientes de comida, recién llegados, ante la fija mirada de los niños bajo la encimera. La señora Gisbert, encargada del establecimiento, llega al comedor entre besos y abrazos, la ven como su salvadora. “Todas las personas que acuden al comedor son del barrio y tienen un techo bajo el que vivir, pero lo hacen de manera precaria. La crisis les ha afectado mucho”, afirma la encargada.

El comienzo

Los inicios nunca son fáciles. Por supuesto, tampoco lo fue para ALPAN. Hace un cuarto de siglo, un periodista de El País, criticó dicho proyecto afirmando que se trata de comidas sobrantes de empresas de alto nivel concedidas a necesitados. “Las sobras de los ricos para alimentar a los pobres”, escribió.  Estas palabras no coinciden con la realidad, así lo explica el vicepresidente del Rotary Club Valencia Centro, Ignacio Baixauli, “no se trata de comida sobrante, sino de menús elaborados única y exclusivamente para sus beneficiarios”. La encargada del comedor social San José de Benimaclet, María Jesús Gisbert, es tajante con este tema tras haber comprobado de primera mano cómo se desarrolla el procedimiento de trabajo en los hoteles. “Los alimentos que llegan al comedor es comida de bodas, en absoluto son sobras. La solidaridad de hoteles y empresas de catering es tanta, que cuantos más recipientes lleváramos, más comida nos darían. Quieren ayudar a las familias necesitadas”, insiste Gisbert. Tanto es así, que desde la empresa Serunión se ha repetido en más de una ocasión el interés por contribuir en este programa con la cantidad de comida extra que fuera necesaria. De hecho, su gerente de la sede de Fuente del Jarro, Miguel Castillo, espera poder abastecer a más centros porque de ser así, “significaría que más familias pueden realizar comidas diarias y que el programa coge peso y estabilidad en la ciudad”. José Ramón Illán, miembro del Rotary Club Valencia-Centro y pieza clave en el impulso de ALPAN en Valencia, está convencido de que el programa crecerá, pero considera que es una gran responsabilidad, “ALPAN se ha convertido en una de nuestras señas de identidad. Allá donde vamos conocen y reconocen el programa, lo cual nos compromete con el necesitado pero también con nosotros mismos”.

Cuando el pasado mes de Marzo se celebraba el aniversario del primer año del programa ALPAN abasteciendo a El Cotolengo, Ignacio De los Mártires, presidente del club, aprovechó la ocasión para destacar el buen funcionamiento del segundo beneficiario, el comedor social San José de Benimaclet. Tras los primeros dos meses de asentamiento, el comedor ha incorporado una novedad en su servicio de solidaridad: cinco personas, entre las que se encuentran psicólogos y estudiantes de psicología acompañan a las personas que acuden diariamente a hacer sus comidas. Estos especialistas provienen de Cáritas y dedican todo su empeño a que las personas con exclusión social y con problemas de alcoholismo o drogadicción puedan ser atendidas con el objetivo de reconducir sus vidas hacia una más digna. “ALPAN no es solo comida, es solidaridad y atención al necesitado”, concluyó De los Mártires en su discurso.