El cardenal Carlos Amigo aboga por la asimilación y el conocimiento del Concilio Vaticano II

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El ciclo de conferencias en conmemoración del Concilio Vaticano II organizado por la Universidad CEU Cardenal Herrera y el Centro de Valencia de la  Asociación Católica de Propagandistas tocaba a su fin con la ponencia de Carlos Amigo Vallejo, cardenal y arzobispo emérito de Sevilla, que fue el encargado de hacer un recorrido hasta la actualidad de la Iglesia. La presentación de monseñor Amigo corrió a cargo de monseñor Carlos Osoro, arzobispo de Valencia, quien destacó que la presencia del cardenal era «la mejor forma de cerrar unas jornadas que eran necesarias».

«La Iglesia nunca deja de estar de actualidad», repitió monseñor Amigo a lo largo de toda la conferencia. Estas palabras cobran especial relevancia con el reciente nombramiento del Papa Francisco. «Los gestos y las palabras de Francisco dan lugar a actitudes verdaderas que llegan al corazón de la gente», apuntó el cardenal. Monseñor Amigo destacó también la necesidad de volver a lo establecido en aquel Concilio Vaticano II porque en él está todo lo necesario: «Todas las respuestas están en lo que se señaló en el Concilio, los principios de corresponsabilidad y subsidariedad están presentes, lo que ocurre es que la gente no conoce todo esto».

Vicente Navarro de Luján, el arzobispo de Valencia y el cardenal Amigo / Foto: CEU.
Vicente Navarro de Luján, el arzobispo de Valencia y el cardenal Amigo / Foto: CEU.

El principio de corresponsabilidad hace referencia a la misión que tiene cada parte de la Iglesia. Según Amigo, cada uno «ha recibido un carisma para servir» y debe asumirlo como una «responsabilidad dada por Dios». En cuanto al principio de subsidiariedad, el cardenal se refirió a la necesidad de que cada uno cumpla con su obligación «sin pedírsela a otro». La participación es otra de las premisas señaladas en el Concilio y cuya vigencia es necesaria para el devenir de la Iglesia. «No se puede ser creyente y no practicante. Sin participación no hay pertenencia porque no vives la vida eclesiástica», explicó Amigo.

Esta participación en la acción de la Iglesia se mostró de una manera especial en España durante la Jornada Mundial de la Juventud celebrada hace casi dos años en Madrid. Según el cardenal, la fuerza mostrada por los jóvenes en esos días «ha tenido continuidad» y lo más importante es «la conexión que se produjo entre la gente». «Con las Jornadas Mundiales de la Juventud parece que se ha plantado una semilla que nunca va a crecer, pero con el tiempo ves que el fruto que da merece mucho la pena», explicó Amigo.

Aportaciónes del Vaticano II

Para Amigo, la gran aportación del Concilio Vaticano II a la historia de la Iglesia han sido los Papas. Además de a Juan XXIII por ser el encargado de convocarlo, el cardenal destacó que Pablo VI «puso las grandes columnas del Concilio», Juan Pablo II «desbordó todo lo posible y el amor por él era infinito», Benedicto XVI «aportó gestos admirables desde la más absoluta normalidad» y Francisco «está teniendo una serie de actitudes que convierten, que cambian el corazón de la gente». «Todos hemos estado muy atentos a todo lo que ha hecho Francisco estos primeros meses y sin casi darnos cuenta nos ha conquistado por su afán por querer estar con todo el mundo», añdió Amigo.

Juan Cotino, presidente de Les Corts, en la primera fila durante la ponencia del cardenal Amigo / Foto: CEU.
Juan Cotino, presidente de Les Corts, en la primera fila durante la ponencia del cardenal Amigo / Foto: CEU.

Para el cardenal, estos gestos del Papa siguen la línea marcada por el Vaticano II. «Las grandes líneas dicen que hay que caminar con el pueblo y que la evangelización de pobres es una obligación y no una opción de la Iglesia», apuntó Amigo. Además, el cardenal recordó los comentarios que pronosticaban un derrumbamiento de la Iglesia tras la renuncia de Benedicto XVI: «La Iglesia siempre está viva y los cristianos no tienen vocación de víctimas, sino de testigos. Dios ha enviado a Francisco porque es el pastor universal que necesitamos ahora». En este sentido, Amigo negó la necesidad de un nuevo Concilio, pero sí pidió que se persiga «el conocimiento y la asimilación del Vaticano II».

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