Porque la soledad es compañera de viaje y el miedo se esconde en las sombras del hotel, la preparación física debe ir acompañada de la psicológica. Por ello, Poli Gallardo aclara que los toreros «deben estar siempre muy bien atendidos sin más preocupación que el toro, para todo lo demás, está la cuadrilla y el equipo que designen para trabajar con ellos».
El torero es un hombre especial que consagra su vida, y si fuera necesario, su muerte, al toro; es alguien con una sensibilidad especial, casi mística, con la que se nace y que al final, más allá del arte y de la gloria, en vertical, bailando con la muerte, está el hombre, el torero, que con el corazón en la mano se entrega sobre el albero.
A sus 58 años y con una amplia trayectoria como preparador físico en el mundo del balonmano, se ha ocupado de las carreras de Cayetano Rivera y de Morante de la Puebla. Amigo y confidente, el fisioterapeuta, que también estudia psicología, intenta aportarles «la máxima tranquilidad posible» y hace hincapié en la necesidad de comprenderles.
«Yo a veces he sido muy pesado con alguno de ellos», comenta con una sonrisa, y confiesa que puede que la relación con alguno de ellos terminara por eso mismo. «Pero no me arrepiento de nada», señala, y destaca la satisfacción de «obtener el máximo rendimiento de cada uno de ellos».»Las pulsaciones de un torero no deben de subir de 90 durante la faena», afirma, y señala que muchos tienen «mejor condición física que un deportista profesional».
Poli destaca el trabajo cardiovascular, los estiramientos, que son imprescindibles para torear, una dieta equilibrada y un control general de la salud. Y asegura que mientras más importante es el compromiso mejor le viene hacer trabajo físico el día antes y la mañana de la corrida. «Eliminar la adrenalina les libera de mucha tensión y eso es muy beneficioso», comenta. Además tienen que almorzar «fuerte» y comer «cuatro horas antes de la corrida, normalmente pasta y fruta variada».
Sobre el proceso de mentalización, señala que cada torero «tiene sus manías y sus costumbres», añade, ya que no hay que olvidar que se juegan la vida y eso «genera mucho estrés».