Nazario Martín León ha recibido el Premio Jaime I en la categoría de Investigación Básica
Sergio Batllés / 3º Periodismo
El actual ganador del premio Jaime I en Investigación Básica, Nazario Martín, considera que la investigación científica está infravalorada en España: “Los políticos piensan que hay asuntos más urgentes y la investigación pasa a un segundo plano”. Martín lamenta los recortes en el sector y dice que este tipo de acciones “siempre pasan factura”. “Se tiende a concebir el dinero destinado a investigación en un gasto más que en una inversión para el futuro, y así no saldremos de la situación en la que estamos”, declara.
Martín reconoce “honestamente” que la investigación no tiene el reconocimiento que se merece: “No quiero ser injusto con todo los responsables de la política investigadora, porque me consta que hay personas que están implicadas y que persiguen la importancia, a medio o largo plazo, que tiene la investigación y su aplicación tecnológica, pero en general no creo que este sea el caso”.
Para Martín, que la investigación pase a un segundo plano supone “un error conceptual grave”: “Basta con mirar el desarrollo de la sociedad desde la revolución industrial hasta la actualidad, esta ha evolucionado directamente en función de los avances científicos y tecnológicos que son los que realmente han contribuido a ese cambio”.
Recortes en I+D
Para el también catedrático de Química Orgánica en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) los recortes llevados a cabo por el gobierno en el sector de la investigación “siempre pasan factura”. “Es una cuestión puramente conceptual. Un político, si no ve que revierte de alguna manera en riqueza la inversión que se hace en investigación, la considerará más un gasto que una inversión”, explica. Martín tiene claro que hasta que los políticos no vean que la investigación, y también la educación, son “inversiones para el futuro” y no “gastos actuales” no se saldrá “de la situación actual”.
Martín señala que, en la historia, ha habido países que en situaciones de crisis económica han decidido mantiener e incluso aumentan la inversión en el sector. “Un ejemplo magnífico lo encontramos en el Japón de los 90, que sufrió una crisis que duró prácticamente dos décadas y, sin embargo, no solamente no disminuyó los ingresos en investigación sino que los incrementó, sencillamente como una vía de solución al problema”, relata.
Para Martín, sin duda, una vía de solución es “invertir en investigación y en tecnología”, lo que él considera una huida hacia delante y lo que debería hacer España: “No nos queda otra, estamos integrados en una Europa de un nivel científico y tecnológico muy alto y en España tiene que haber el convencimiento, y aquí los políticos juegan un papel esencial, de que la ciencia es importante para mejorar nuestro modo de vida”.
Progresión científica
Según el premio Jaime I de Investigación Básica, la ciencia española ha tenido unas tres últimas décadas de una progresión “sencillamente fabulosa” donde los científicos españoles han demostrado que si cuentan con inversión y apoyo económico estructural, social y político, “pueden competir a nivel internacional con los grupos más prestigiosos”. “Cuando la ciencia española se ha financiado, se ha pasado del 0,6 por ciento hace veinte años del PIB al 1,35 por ciento”, subraya.
Martín opina que la crisis “no durará para siempre” y que si los recursos no se limitan de manera sustancial, esta “volverá a su ser”. A pesar de ello, vuelve a insistir en que los recortes en investigación y educación “siempre se pagan”: “Cuando se disminuye el apoyo económico no significa, ‘bueno, que hagan lo mismo pero un poquito más lento’; no, significa que de los 600 Ramón y Cajal que se estaban insertando en la ciencia española todos los años ahora van a ser 340, esto supone una reducción muy drástica en investigadores que son importantes para nuestro sistema”.
“Invertir en la formación de investigadores de altísimo nivel y que cuando están en la cima de su productividad y creatividad el sistema les diga ‘os tenéis que ir al paro’, es ciertamente una situación como para echarse a llorar”, lamenta el catedrático. “Al disminuir las inversiones, estamos perdiendo potencia humana altamente cualificada, la estamos desechando o se la están llevando otros países y esto es un lujo que España no puede permitirse”, concluye.