Prácticamente acaba de llegar de Guayaquil, Ecuador. Es Paula Rodríguez, alumni de Educación Infantil del CEU de Castellón. Este pasado verano decidió liar el petate y colaborar como maestra con la Asociación Comunitaria Hilarte. Se trae mucho aprendizaje y el amor incondicional de los niños ecuatorianos. Pero, sobre todo, una certeza: ya no es la misma persona que salió de España hace unos meses.

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Paula Rodríguez, en el centro de pie, con los niños de Guayaquil

¿Cómo te embarcaste en esta aventura?
Era una experiencia que siempre había tenido en mente. Igual que desde bien pequeña tuve claro que quería trabajar con niños, ver por la tele a esas personas que iban a ayudar a otras me llenaba de curiosidad, para mí eran verdaderos héroes.

¿Por qué Ecuador?

La idea surgió a partir de una amiga, que para mí fue imprescindible en esta decisión. Ella ya había hecho algunos voluntariados en Senegal y Nepal, años atrás, y ahora se encontraba en Ecuador. Al hablar con ella y verla allí, se me volvieron a despertar las ganas de vivir la experiencia. Y un día, tomando un café juntas, en una de sus visitas a España, tomé la decisión de irme para allí en cuanto tuviese vacaciones. Y así fue.

¿Es tu primer voluntariado?

Sí, porque siempre he pensado que es algo a lo que debes dedicarle mucho tiempo. Y en estos años, entre los estudios y luego trabajar, he tenido muy poco. Desde mi punto de vista, ser voluntario te exige mucho tiempo y dedicación para ayudar a los demás. Aunque también es verdad que, para esas personas que tienen tantas carencias, cualquier gesto, por pequeño que sea, es mucho.
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Cuéntanos un poco sobre tu experiencia. ¿Con qué ONG te fuiste y qué funciones desempeñaste?

La ONG a la que asistí es la Asociación Comunitaria Hilarte en Guayaquil, Ecuador. Es una asociación con muchos proyectos y por ello realicé varias funciones. Principalmente, a lo largo de la semana, estaba de refuerzo en una clase de 2º de básico, que equivale a 3er curso de Educación Infantil en el sistema educativo español. En el aula estuve ayudando y proporcionando algunas pautas para dos alumnos con capacidades diferentes, uno con un nivel superior acorde a su edad y otro con TDAH.

Al trabajar con alumnos con capacidades diferentes, comprendí que no debía fijarme en lo que no podían hacer, sino en aquello que sí y en lo felices que eran

¿Y el resto del tiempo?

Algunas tardes estuve con CAT, un proyecto destinado al alumnado con capacidades diferentes, donde iban principalmente niños con autismo y Síndrome de Down. Los alumnos trabajaban a partir del arte. Es decir, llevaban a cabo actividades de pintura, teatro, música, biodanza… además de las asignaturas exigidas por el currículo.
La verdad es que era un gran proyecto que rompió con algunas barreras y miedos que siempre había tenido acerca de trabajar con este tipo de alumnado. Comprendí que no debía fijarme en lo que no podían hacer, sino en aquello que sí podían/sabían hacer, y en lo felices que eran.

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Pero, además de afrontar retos docentes, también te acercaste a situaciones límite…

Sí. Un día a la semana iba al proyecto de Isla Trinitaria, enfocado a erradicar el trabajo infantil. Allí es donde viví una realidad bastante dura. Ver esas cosas te hace valorar muchísimo más lo que tienes. Es algo que sabes que existe y que te da pena, pero verlo de tan de cerca es diferente. Con ellos realmente lo importante no era que aprendieran más o menos, sino conseguir que se olvidaran de la realidad que podían tener en casa.

Un día a la semana iba a un proyecto enfocado a erradicar el trabajo infantil. Lo importante no era tanto que aprendieran como conseguir que se olvidaran de la realidad de casa

Esta experiencia te habrá marcado, ¿no?

Desde luego. Fue única, y seguramente irrepetible. Aunque después de esto quiero seguir haciendo voluntariado, la primera vez creo que te marca mucho más que el resto. Es todo nuevo y diferente a lo vivido, creo que es imposible volver igual que te has ido. Salir de tu zona de confort te hace cambiar tu forma de ver las cosas e incluso tus objetivos en la vida. Creo que no ha vuelto a España la misma persona que se fue.

¿También deja huella en lo profesional?

Podría asegurar que esta experiencia me ha servido más para el crecimiento personal, aunque como experiencia profesional tampoco tiene precio. Creo que salir de aquello que sabes y tener que adaptarte a nuevas formas de educación o nuevas metodologías te hace abrir más la mente y, por lo tanto, aumentar tu capacidad de adaptación a las circunstancias que se te puedan dar en un futuro. Además aprendes nuevas formas o incluso desaprendes aquello que aprendiste. Ambas cosas, muy importantes.

Salir de tu zona de confort te hace cambiar tu forma de ver las cosas. Creo que no ha vuelto a España la misma persona que se fue.

¿Con qué equipaje has vuelto de allí?

Con el amor incondicional de los niños. Son totalmente diferentes a los de España, tienen otra forma de ver la vida y vivir el día a día. No digo que sean mejores ni peores, simplemente son situaciones muy diferentes en casi todos los ámbitos de sus vidas. No me canso de repetirles a mi familia y amigos que fui con la idea de ayudar, pero que no tengo duda de que quien más me ha ayudado han sido estos pequeños a mí.

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Huelga preguntarte si recomendarías la experiencia, pero toca.

Es una experiencia totalmente recomendable, te ayuda mucho como persona, para poder crecer y madurar. Ver una realidad tan diferente, y en algunas ocasiones tan dura, te hace parar y pensar en muchas cosas. Valorar todo y a todos los que te rodean.

No me canso de repetir que fui con la idea de ayudar, pero me han ayudado más estos pequeños a mí.

¿El siguiente destino?

Ya tengo algunas ideas para el próximo año, seguramente en otro lugar, por conocer otras realidades, ver otros países y tratar de aprender lo mejor de cada uno de ellos y, obviamente, ayudar haciendo todo aquello que esté a mi alcance.
Aunque debo decir que tampoco descarto volver a Ecuador a reencontrarme con los niños. Es algo que me encantaría. Apenas llevo un mes en España y no veo el momento de volverlos a ver.

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La alumni CEU junto a compañeros de la 2ª promoción de Educación Infantil en la gala solidaria del curso pasado

Experiencias como la tuya dan sentido a la labor educativa del CEU. ¿Crees que la Universidad promueve la actitud solidaria y los valores entre sus alumnos?

Sí, sin duda. Es una universidad católica, por lo que está en los cimientos de su proyecto educativo. En todo momento los alumnos hemos sido apoyados en cualquier iniciativa que hayamos querido emprender, desde cuentacuentos infantiles a galas benéficas, recogida de donativos, comida, juguetes, donación de sangre, campañas públicas contra el cáncer… Es cierto que se nos han cortado las alas en ciertos aspectos, pero siempre se nos ha apoyado en aquello que tenía como objetivo el prójimo. La propia universidad tiene actividades solidarias, que comunica, y ha promovido nuestra participación en ellas.

En el CEU siempre se nos ha apoyado en aquello que tenía como objetivo el prójimo

¿Qué otros aspectos destacas de la formación que has recibido en el CEU?

Aunque es verdad que mi promoción, seguramente por ser todavía la segunda y por la dependencia del campus de Castellón respecto del centro de Valencia, ha pasado por algunas situaciones confusas, debo decir que la experiencia formativa ha sido positiva. Y, si tuviera que destacar algo, me quedaría con la cercanía y apoyo de muchos profesores en nuestras dudas y momentos de crisis cuando nos superaba alguna situación.

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Foto de grupo de alumnos y profesores del CEU de Castellón en la gala solidaria
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