El cardenal arzobispo de Toledo ha destacado el papel de la Universidad católica en la recuperación del diálogo entre fe y cultura

Monseñor Cañizares, en su discurso de ingreso en el claustro de la Cardenal Herrera.

En su discurso de ingreso en el claustro de profesores de la Universidad CEU Cardenal Herrera como doctor Honoris Causa, monseñor Antonio Cañizares, cardenal arzobispo de Toledo y primado de España, ha afirmado: “El problema radical de nuestra cultura, y por tanto de la Universidad como lugar de transmisión y creación de cultura, es el de la negación y el olvido de Dios, el de un vivir y proceder como si Dios no existiera”.
Para el cardenal Cañizares, este proceso de secularización “asume cada día con más fuerza en algunos países la forma de un laicismo, más o menos oficial, radical e ideológico, en el que la fe se reduce o recluye a la esfera de lo privado y es solo tolerada como opinión”. En este “laicismo ideológico”, la referencia a Dios es considerada como “una deficiencia en la madurez intelectual”: “Sólo es racionalmente válido lo experimentable y mensurable o lo susceptible de ser construido por el ser humano, como si fuéramos verdaderos creadores del mundo y de nosotros mismos”.
En este contexto, Monseñor Cañizares ha definido como “el mal radical del momento” el deseo de los hombres de ser “dueños absolutos de todo, de dirigir nuestra vida y la vida de la sociedad a nuestro gusto, sin contar con Dios”. Ante esta situación Cañizares alerta: si el bien y el mal pueden ser decididos “por uno mismo, o por consenso, o por el poder, o por las mayorías”, esto puede conducirnos a situaciones ya vividas, como las del Tercer Reich, el régimen comunista de la Unión Soviética o los países sometidos a la ideología marxista.
Ante el desarrollo alarmante de este laicismo, que Monseñor Cañizares ha calificado como una nueva forma de “totalitarismo” en el que “la negación de Dios es la negación de la raíz y fundamento de la dignidad del hombre”, se hace necesaria una “mutación cultural que impida la derrota de lo humano”.
Monseñor Cañizares se ha dirigido a los miembros de la Universidad CEU Cardenal Herrera, para recordarles: “La Universidad no puede quedar al margen de este desafío, menos aún la Universidad Católica, so pena de mutilarse en su misión más propia”. Por ello, ha señalado: “Debemos centrar nuestros esfuerzos en el acercamiento de las visiones racional y religiosa para cimentar los Derechos Fundamentales del hombre, para la superación de los conflictos sociales: sin armonía entre fe y razón no puede entablarse ningún verdadero diálogo”.
“La Universidad está llamada a abrirse al origen, fuente y fundamento de la verdad que es Dios mismo y que nos ofrece la respuesta a los interrogantes más profundos del hombre”, señala el cardenal. Por ello, ante el actual olvido de Dios, la misión de la Universidad católica debe consistir en testimoniar al Dios vivo: “Si en la Universidad se prescinde de Dios, el ser humano pierde su dignidad y la Universidad pierde su horizonte”. En este sentido, Monseñor Cañizares ha elogiado la figura de Benedicto XVI, como “gran universitario”: “Su magisterio es un apelar permanente a la ruina que el hombre vive cuando se aleja de Dios”.
En sus palabras tras su investidura como doctor, Monseñor Cañizares ha manifestado también su emoción por encontrarse en el ámbito universitario, “al que tantos años de mi vida he dedicado, en el que tanto creo y confío, y del que tanto espero”. También ha expresado su agradecimiento a la Universidad CEU Cardenal Herrera por el doctorado honorífico que le ha otorgado: “La persona del Cardenal Herrera, la obra de la Asociación Católica de Propagandistas, sus iniciativas para la presencia de la Iglesia en la sociedad y en el campo de la cultura, constituyen para mí un aliento, un estímulo y un acicate ante los retos que en estos momentos de nuestra historia nos interpelan”.

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