Pedro Heredia: «La clave del flamenco reside en la pureza»

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Jaime Roch / 4º Periodismo

Pedro Heredia Reyes, «El Granaíno» sobre el escenario, lucha por mantener las raíces del flamenco. Un cante sin pantomimas. Una forja poética, como la pintura o la literatura, que siente como una liberación de su “fatiga”. Ese quejido roto y descomunal que expresa con el instrumento musical más antiguo del mundo: su propia voz. “Estoy en un momento dulce y no tengo prisa para grabar mi primer disco”, afirma el cantaor. El sentimiento como génesis de la palabra; el flamenco como crisol de vida. Esa amalgama de acordes que alimentan las heridas del destino traducidas en solea y seguiriya.

 Pregunta. ¿Qué es flamenco?

Respuesta. Es una forma de vida difícil de entender, una manera de sentir que surge del estado de ánimo. Según como esté ese día, me inspiro más o menos. A veces, creo que estoy pletórico porque tengo la voz bien pero me subo al escenario y cuando suena la guitarra no me llega la inspiración necesaria. Y, sin embargo, cuando estoy tocado de la garganta, sí que me llega porque al estar limitado, tengo esa fatiga que motiva a los gitanos.

P. ¿Qué es la fatiga?

R. Es un sentimiento que nos hace expresar nuestras vivencias. Siento la música como un gitano, es decir, me levanto por la mañana y canto para ser flamenco. Eso conlleva una gran responsabilidad porque tengo un público detrás que quiere verme de esa forma.

P. ¿Cómo es el canto gitano?

R. No es ni peor ni mejor, simplemente, es diferente. Ser gitano no significa ser flamenco pero quien canta marca la diferencia. En el flamenco pasa como en los toros, el gitano que pone el alma en lo que hace deja huella. El ejemplo es Rafael de Paula, que emocionaba cada vez que cogía el capote, aunque, José Tomás también es una gran figura con un concepto diferente.

P. ¿Dónde radica la diferencia?

R. Creo que en esos “sonidos negros” que Manuel Torre pronunció al escuchar a Manuel de Falla interpretar su “Nocturno”. Federico García Lorca explica en su conferencia del “Juego y Teoría del Duende” ese misterio que atesoran los gitanos para expresarse y que tuvieron maestros como Juanito Mojama, el propio Torre o Chocolate. Hay voces perfectas en payos como Pepe Marchena o Juanito Valderrama, en los que me fijo para cantar las alegrías, pero son distintas.

«El gitano que pone el alma en lo que hace deja huella»

 

P. ¿Qué es la pureza?

R. Camarón decía que “la pureza no se puede perder cuando uno la lleva dentro” y eso, para mí, es la clave del flamenco. El cante clásico nunca pasará de moda. La pureza no es ser gitano o ser payo, la pureza está en el quejido, la expresión del flamenco. Antiguamente, cuando la obra llegaba al alma, se decía que “cantar gitano era cantar bien” pero, ahora, si se pronunciara esa frase se vería como una ofensa.

P.¿Qué le gustaría conseguir con su música?

R. Cantar flamenco delante del público y sentirme respetado sin salirme de mi estilo ya es un sueño. Me siento mejor con la solea y la seguiriya que con las alegrías. La gente no viene a verme cantar, por ejemplo, el tema de “Y será verdad” que grabé con Alejandro Sanz y Vicente Amigo sino que buscan escuchar unos tientos o unas granaínas, es decir, la forma que tengo de cantar.

El artista durante la entrevista. / Foto: Redacción

 

P. ¿El flamenco ha evolucionado?

R. Sí, pero por mucho cambio que haya yo escucho un tema de Tomás Pavón, uno de mis referentes, y pienso: “¿Se puede evolucionar más que esto?”. Los revolucionarios son Camarón de la Isla, Enrique Morente y, con la guitarra, Paco de Lucía. Hay sitio para la evolución pero también hay sitio para la pureza. Sí que se pueden mezclar los cantes pero evolucionamos a partir de la música de los cantaores antiguos como, por ejemplo, los “fandangos por soleá” de María la Sabina o las “Malagueñas” de Antonio Chacón. Creo que Camarón nos abrió las puertas del flamenco porque yo he conocido muchos artistas a través de él.