Una voluntaria en Cherso: «El silencio nos hace cómplices. Hay que ayudar»

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Alba Gómez / 4º Periodismo

La Asociación Balloonaa Matata ha viajado miles de kilómetros con el único propósito de ayudar a cientos de personas que se han visto obligadas a abandonar sus casas debido a los horrores que provoca la guerra que andan librando en sus países de origen. Natalia Bonillo, natural de Manises, es activista de esta asociación y por ello con tan sólo 24 años decidió cambiar las vacaciones a orilla de playa por otras completamente diferentes, en el campo de Cherso, situado a 45 kilómetros de Kilkis, la ciudad más cercana.

La descripción del campo ayuda a entender la historia: “La entrada y salida al campo estaban cercadas con un alambre de espino que te transmitía la sensación de estar atrapado las 24 horas del día, sin ninguna libertad y sobre todo, sin ninguna esperanza. Al entrar pasábamos fuertes controles militares hasta que nos daban el visto bueno para acceder. Una vez dentro todo está plagado de jaimas, ordenadas por calles donde viven decenas de familias juntas. Los baños públicos escaseaban y al lado de estos se encontraban las fuentes donde la gente recogía el agua”.

“Los niños siempre te ofrecen todo lo que tienen, incluso su merienda cuando sabes que la comida allí escasea” relata Natalia. Y es que son dos turnos al día, en el que los militares, previa presentación de la cartilla de racionamiento, sirven la comida a los habitantes del campo de refugiados. Todos los días el mismo menú: manzana, cruasán, zumo de naranja y ciruela y un plato de arroz que lleva carne en días alternos. Tanto un niño de un año como un adulto de 40 comen la misma ración, lo que provoca muchas enfermedades a causa de una alimentación no adecuada.

Natalia recuerda con lágrimas en los ojos la conversación con un chico iraquí: “Hablando con él sobre nuestras vidas, pues éramos de la misma edad, me contó que estaba estudiando segundo de psicología cuando un día llegó de clase y una bomba había destrozado la mitad de su ciudad. Al bajar del autobús fue consciente que se había quedado sin casa, sin familia, sin muchos de sus amigos…en definitiva sin futuro”.

España acordó la acogida de 17.000 refugiados, de los cuales sólo han llegado alrededor de 800. Insuficiente para asociaciones como Balloonaa Matata quienes siguen recaudando fondos a través de conciertos, calendarios, etc con el fin de poder seguir ayudando a quienes más lo necesitan.

Bonillo califica esta experiencia de vital y habla sobre la mayor crisis migratoria de los últimos tiempos como la vergüenza de Europa: “Sólo se solucionará si empezamos a tratar a las personas como los seres humanos que son, respetando los derechos básicos que se merecen. Cada una de esas personas tienen nombre, familia, sueños y deseos, igual que todos nosotros. El silencio nos hace cómplices, hay que ayudar. Si olvidamos esto Europa está pérdida”.