“Todos los días sale el sol y si no sale, ya me encargo yo de sacarlo”. Bajo esta premisa vive su día a día David Casinos, atleta paralímpico invidente. Un lema que define a la perfección la cultura de esfuerzo y superación que profetiza el tetracampeón paralímpico y que ha convertido en su eslogan personal. El pasado lunes, Casinos visitó la Universidad CEU Cardenal Herrera en el segundo Dies Academicus e invitó a los alumnos a encontrar su “brújula hacia la felicidad”.
La historia del deportista de Moncada es una historia de superación, fortaleza y valentía. Hace 15 años perdió “algo fundamental”: la vista. Casinos confiesa haberlo pasado “muy mal y llorar mucho”, pero ahora es capaz de reírse de la abominable bestia con la que le tocó lidiar.
En clave de humor el atleta comienza a relatar su historia: “Un día tocó a la puerta de mi casa una señora muy fea. Cuando le pregunté, me dijo que su nombre era Ceguera”. Ante la expectación de los presentes, continúa el relato: “Desde entonces ha vivido conmigo. La odiaba al principio, pero poco a poco la he ido entendiendo e incluso ahora la veo guapa”. “Es mi Marilyn Monroe y hasta a veces la saco a bailar”, cuenta divertido Casinos.
En este duro camino confiesa que su familia fue “muy importante”: “Sin ellos no seria la persona que soy ahora”. Una persona independiente: “Soy empresario de mi propia vida”, explica.
Celia, Cayetana y Ximena son las tres mujeres de su vida. A Celia, su esposa, la conoció cuando ya estaba ciego y con ella ha tenido su primera hija, Cayetana. “No las puedo ver con los ojos, pero sí con el corazón”, asegura el deportista paralímpico. Su fiel perra Ximena, de la que no se separó en ningún momento durante la conferencia, es su “esperanza negra”. “Es algo más que mis ojos, con ella vuelvo a ver de nuevo”, promete.
El deporte, una fuerza especial
El deporte también fue una pieza clave para su recuperación: “Ha sido una fuerza especial”, resume contundente. Casinos explica que se volcó totalmente en el atletismo (lanzamiento de peso, disco y martillo) como vía de desahogo e hizo del “entrenamiento Aragonés” su filosofía: “Entrenar, entrenar, entrenar y luego ganar”.
“Hay que estar un poco loco por lo que haces”. El atleta asegura que el trastorno es fundamental para el “éxito” y descubre la fórmula secreta de su fortuna: “Haz lo que te gusta, practica deporte, rodéate de amigos y cuida de tu familia”.
Ha perdido la vista, pero no pierde el optimismo: “Siempre me ha acompañado la buena suerte en mi vida”, sostiene el atleta. Pero aconseja a los alumnos que la suerte no aparece por casualidad, sino que hay que buscarla. “El día perfecto no existe, lo fabricas tú”, sentencia Casinos.
En este sentido, su constante trabajo le ha llevado a vivir “un momento mágico”, como el mismo lo califica. Cuatro oros paralímpicos, otros dos en el pasado Mundial de Lyon, un libro autobiográfico recién estrenado, proyectos de coaching para abrir las puertas a las personas con discapacidad y una apuesta por la comunicación y el branding de su propia marca personal.
Ante una sala repleta de estudiantes encandilados con sus palabras, Casinos reconoció que si hay algo con lo que se queda es “con los retos”. Concluyó con un mensaje optimista a recordar en los momentos de flaqueza: “Hay que sonreír a la vida, bailar hasta la última nota y sacar el sol todos los días”.