Facultativo adjunto de Neumología en el Hospital Provincial de Castellón y profesor de Medicina en el CEU, Manuel Modesto Alapont comparte en esta entrevista el duro e importante aprendizaje que le está proporcionando la pandemia. Una experiencia única que, a pesar de su sobrecarga de trabajo en el plano asistencial, también está intentando trasladar a sus estudiantes universitarios.
¿Cómo estáis viviendo la crisis de la COVID en tu Unidad?
Ahora estamos en una fase de sensación de control, que te da tranquilidad, pero también de alerta por posibles nuevos repuntes por la próxima desescalada.
El cansancio acumulado da sensación de hartazgo y deseo de que termine esta situación. Todos echamos de menos nuestras rutinas y nuestra vida habitual: hemos aprendido a valorar las pequeñas cosas cotidianas que nos hacen felices como el contacto con nuestros seres queridos, con el entorno, con la naturaleza o tomarte un café con un amigo…
Sin embargo, este periodo nos ha servido para aprender a apreciar en nuestros compañeros de trabajo valores como la complicidad, el compañerismo, la ternura con los pacientes o el trabajo en equipo, y en el resto de las personas ajenas al ámbito profesional la solidaridad, la paciencia, la humanidad…
‘Este periodo nos ha servido para aprender a apreciar valores como la complicidad, el compañerismo, la ternura con los pacientes o el trabajo en equipo’
¿Nos explicas las fases anteriores?
La primera fue de ingenuidad y desconocimiento: “esto no va a llegar aquí”.
La segunda, de ansiedad anticipatoria, al ver lo que se nos venía encima sin tener las infraestructuras adaptadas o los conocimientos adecuados. Lo peor es enfrentarse a una situación nueva sin las herramientas idóneas. Esta fue, quizás, la fase más estresante; era como imaginarte ir a la guerra con una cuchara o un lápiz en la mano.
Y antes de la fase actual, la de control, pasamos por una tercera de adaptación a la situación: profesionalmente tuvimos que ser autodidactas en la organización, darlo todo asistencialmente y trabajar muchas horas fuera del hospital preparando protocolos (por cierto, los de nuestro hospital diseñados por tres profesores del CEU: Neumo, Medicina Interna y Enfermedades Infecciosas).
A nivel familiar nos buscamos la vida para gestionar los turnos (mi mujer es internista dedicada a las Enfermedades Infecciosas), el cuidado de los niños, etcétera, cada uno según su situación familiar durante el confinamiento.
Duro. Y, a pesar de lo avanzado, todavía estáis afrontando una situación profesional extraordinaria…
Sí. Continúa, aunque aminorada, la carga asistencial con los pacientes COVID, pero con menos estrés administrativo y organizativo. Estamos empezando a retomar la actividad habitual con el hándicap de recuperar todo aquello que hemos tenido parado durante estas 7-8 semanas.
Se avecina un 2º, 3º y 4º trimestres de año y, me atrevería a decir que un inicio del que viene, muy duros a nivel asistencial para la Neumología y la Medicina Interna (incluyendo las Enfermedades Infecciosas), puesto que somos las especialidades que estamos en primerísima línea (sin olvidarnos del apoyo prestado por Digestivo, Cardio, Neuro y el resto de especialidades en la medida de sus posibilidades…).
Hemos de tener en cuenta que, con el inicio de la desescalada, será inevitable un repunte de número de casos, hospitalizaciones y muertes en cantidad poco predecible y esperemos que mínima. Esta nueva sobrecarga supondrá más estrés laboral y seguirá influyendo sobre nosotros a nivel personal.
‘Nos apoyamos entre nosotros y nos agarramos a nuestra vocación de ayuda y a los pocos pero motivantes momentos de éxito cuando los pacientes consiguen superarlo’
¿Qué papel juega la vocación en una situación tan extraordinaria como esta?
Fundamental. No resulta nada agradable, en general, la asistencia a estos pacientes por diversas razones: el desconocimiento de la enfermedad, el volumen asistencial, el miedo al contagio, tener que protegerte con los EPI…
Muchos de los pacientes son muy mayores y tienen situaciones basales ciertamente deterioradas. La gran mayoría de las veces no contamos con el apoyo que, habitualmente, ofrecen las familias a los pacientes ingresados, y esta situación dificulta su manejo.
Tratamos de solucionarlo con humanidad y comunicación, lo cual no quita que resulte muy frustrante para todos. Nos apoyamos entre nosotros (el personal) y nos agarramos a nuestra vocación de ayuda a los demás y a los pocos pero motivantes momentos de éxito cuando los pacientes consiguen superarlo.
Ciertamente vemos grandes personas haciendo grandes esfuerzos para conseguir pequeñas cosas que ayuden a mejorar la situación: palabras de ánimo o pequeñas acciones y gestos cómplices que fuera de este contexto tendrían poco sentido, pero que ahí dentro sujetan, soportan, reconfortan y motivan a seguir adelante.
‘Va a quedar en nuestra memoria como la mayor experiencia profesional vivida, por el trabajo en la trinchera y la relación con los compañeros’
¿Qué estás aprendiendo de esta pandemia?
A nivel profesional supone un gran reto, un examen gigante, una prueba de fuego…y nos ha tocado ser líderes (protocolos, planes de contingencia, revisiones, decisiones importantísimas…) y actores principales en la asistencia.
Va a quedar en nuestra memoria como la experiencia profesional más grande jamás vivida. Ya no sólo el trabajo en la trinchera o en la mesa de estudio, sino en la relación con los compañeros de otras especialidades u otros estamentos sanitarios, así como con los dirigentes o gestores (que buscan guías y soluciones) y con nuestros entornos cercanos (que buscan respuestas y noticias tranquilizadoras).
No es tu único examen. Además, tienes la responsabilidad de formar a futuros médicos en este entorno de incertidumbre. ¿Cómo estás afrontando esta prueba?
Este es mi octavo curso como profesor universitario y han sido múltiples las experiencias vividas: al principio muy comprometedoras, por la falta de experiencia, pero cada vez más «rutinarias».
Este curso ha sido el mayor reto universitario, pues la pandemia borró del mapa muchas de las actividades habituales que llevo a cabo.
Tras el shock inicial y la desaparición de la ansiedad, que se cambió por autoconfianza, pude pensar en otros quehaceres. Lo cierto es que, tras sendos contactos y conversaciones con el coordinador del curso, el director del Departamento y el vicedecano, entendí que debía ponerme en el lugar de los estudiantes (¡con la que está cayendo!): ellos también tenían ansiedad anticipadora, esa misma que he sentido yo, esa que casi llega a desesperarte…
Así que apliqué la experiencia recién vivida con la pandemia: para superar situaciones difíciles hay que arremangarse y ponerse a remar.
‘Con los estudiantes apliqué la experiencia vivida con la pandemia: para superar situaciones difíciles hay que arremangarse y ponerse a remar’
Cuéntanos esa travesía.
Contando con el apoyo y compromiso del resto de los profesores y tirando de vocación y gusto por la docencia, nos pusimos manos a la obra y nos quitamos de encima ciertos estereotipos.
Hicimos un ejercicio de entrega, generosidad y proximidad, ya que desde el CEU se nos permitió la colaboración entre centros y vimos luz en medio de la noche. Con los medios puestos a nuestro alcance por la Universidad y con el fin de ayudar a los estudiantes a terminar el curso dignamente y, sobre todo, de alcanzar los conocimientos pertinentes y los objetivos docentes de la asignatura, hicimos el esfuerzo de echar el resto y quitarnos las caretas y los estereotipos del profesor universitario tradicional para tratar de acercarnos más todavía a los estudiantes y facilitar al máximo el aprendizaje en las condiciones limitadas de la pandemia.
Hemos hecho clases online desde casa, hemos grabado en audio las clases previstas, hemos creado materiales nuevos y hemos aprovechado los recursos que se nos han ofrecido.
Creo que, pese a las circunstancias, va ser un curso exitoso. ¡Todos los profesores pensamos que ojalá hubiéramos tenido nosotros como estudiantes las opciones y herramientas actuales!
‘Hemos echado el resto quitándonos los estereotipos del profesor universitario tradicional para acercarnos más aún a los estudiantes y facilitar al máximo su aprendizaje’
Más allá del aprendizaje académico, ¿hay alguna lección de la pandemia que consideras clave para los futuros profesionales de la medicina?
Mis vivencias acumuladas me permiten afirmar que, tanto en la vida personal, como en la universitaria y en la profesional, existen momentos duros que piensas que te sobrepasan.
La gente confía en ti, y esa responsabilidad te pesa, pero no te puede hundir, no puedes fallar. Debes continuar luchando con confianza y paciencia. Entonces los resultados llegan. Lo superas y no defraudas.
Y, lo más importante: dando lo mejor de ti, creces y progresas. Y consigues ser feliz pese a la lluvia. Y no te hundes porque tienes a los que te quieren a tu alrededor, los que están confinados contigo y también los que te apoyan desde sus casas.
Echamos de menos nuestras vidas de antes de la pandemia. Pero todos, haciendo camino, haremos posible que, más pronto que tarde, las recuperemos, y entonces sabremos, además, distinguir lo realmente importante de lo superfluo.
Ojalá sea así. Manuel, gracias de corazón por tu implicación con los pacientes y los futuros médicos. Cuídate y hasta pronto.
Gracias.