- El escritor presenta en Valencia Arraigo, una obra que obtuvo un accésit del II premio de ensayo Sapieta Cordis de CEU Ediciones

“Toda amistad es forma de arraigo”. Es la dedicatoria que recoge el nuevo ensayo de Carlos Marín Blázquez, Arraigo, una obra sobre los retos de nuestro tiempo, y que presentaron en el Palacio de Colomina de Valencia dos grandes amigos del autor: Higinio Marín, rector de la Universidad CEU Cardenal Herrera, y Julio Llorente, editor de CEU Ediciones.
Julio Llorente destacó en su intervención que Arraigo “desvela verdades y engendra belleza”. El representante de CEU Ediciones explicó que este ensayo comprende dos partes distintas: una primera, “de denuncia de los males de nuestro tiempo, como el individualismo, vértigo e inestabilidad”; y una segunda, donde presenta un “ideal de vida” para hacerles frente. “Que nadie piense –continuó- que es un libro que se limita al lamento, Marín-Blázquez juzga un tiempo concreto y lo pone bajo la luz de lo eterno, de lo perenne, a través de un estilo luminoso que lo aleja del nihilismo”.

Según el editor, la obra muestra el compromiso del autor con su tiempo porque no se limita a señalar lo malo, “sino qué puede hacer uno para mejorar el mundo en el que vive”.
“Marín-Blázquez confía en la bondad intrínseca de las cosas; muestra que el mal no tiene la última palabra, es solo una mera privación, un parásito”
El rector de la Universidad CEU Cardenal Herrera, Higinio Marín, puso en contexto la obra dentro de la tradición literaria de Occidente. Para el rector, Arraigo sigue la estela de obras que son reflexiones sobre acontecimientos históricos, como la Ciudad de Dios de San Agustín, para “obtener juicios universales”. “Si la obra de San Agustín versó sobre un Imperio Romano en decadencia, Marín-Blázquez ha escrito una etología sobre la ruina de occidente y del hombre occidental, suceso histórico de nuestro tiempo”, remarcó.

Higinio Marín destacó que lo más valioso del ensayo es la nobleza de su fin.
“Son las reflexiones de un padre que piensa cómo será el futuro de sus hijos y qué puede hacer en medio de un naufragio”
Sobre este último aspecto, el rector estableció un paralelismo entre la obra de Marín-Blázquez y otras obras sobre naufragios como la Eneida, la Odisea y Robinson Crusoe, “tratados humanos”, en su opinión, “donde el hombre queda expropiado absolutamente de todo y se queda con lo que intrínsecamente significa ser humano”.
El rector y profesor de Antropología Filosófica afirmó que Arraigo es una obra de madurez, donde se observa el bagaje de muchas lecturas de un autor “que no acepta los límites de la corrección política”. “No es fruto de un viento nostálgico, reaccionario, restaurador, es un ensayo con ánimo de rescate porque el autor considera que hay restos del naufragio que merecen ser rescatados”.
Marín-Blázquez recogió el testigo del rector para explicar que su obra parte de la “inquietud” que siente como padre al ver que “la aceleración exponencial de las novedades y los acontecimientos históricos impiden, por primera vez en la historia, preparar a sus hijos para el mundo del futuro”.
“Todo el ensayo gravita sobre el desarraigo, que es el principal mal del hombre contemporáneo”

El profesor de literatura y autor de obras como Fragmentos, Contramundo y Una escala humana, aseguró que el mundo hoy es antagónico, fruto de la herencia envenenada del luteranismo y la Revolución francesa”. “Hoy no hay síntesis de nada, todo es elección entre formas antagónicas que se autoexcluyen porque todo queda bajo la lente de la izquierda y la derecha y el enfrentamiento partidista”, remarcó.
Asimismo, el escritor aseguró que el paradigma científico-técnico ha provocado un “deslumbramiento fruto del cual el hombre hoy es un ser itinerante, muy influenciable, que cambia de valores constantemente y sufre por la precariedad psicológica y material en la que vive”. “Vivimos bajo la idea que todo cambio es bueno, que es para bien, cuando una civilización se caracteriza por lo que permanece. El hombre posmoderno, que todo lo mira a través de la libertad individual, vive atomizado bajo el estado y el mercado, sin idea de comunidad y desarraigado”, aseguró Marín-Blázquez.
El escritor concluyó con su respuesta para este mundo, expuesta en la segunda parte del libro. Valores, que definió como “primordiales”, para salir del naufragio: familia, amigos, hogar, comunidad y todo lo que en su opinión genera “una vida buena y no una buena vida”.