- Carmen Reviriego, experta en arte y presidenta de la Premios Iberoamericanos de Mecenazgo, aporta sus experiencias de emprendimiento a estudiantes de Empresa y Marketing
Su formación es en Dirección de Empresas y Marketing, que le llevó a ser ejecutiva y directiva de varias multinacionales, pero en 2007, en plena crisis económica, Carmen Reviriego da un giro a su vida profesional y decide emprender su propio proyecto empresarial, Callia, vinculado al mundo del arte y la moda, una empresa que trabaja en España y Latinoamérica y que se dedica al asesoramiento en arte desde una perspectiva artística y social y que recibió 2007 un reconocimiento nacional a la innovación empresarial. Con esos mimbres, esta titulada en Marketing por el ESIC & Business School y la Florida Atlantic University, en Negocios por el IESE Universidad de Navarra, en Finanzas en la Universidad Politécnica de Madrid y en Arte por el Sotheby´s Institute of Art, se dirigió a los estudiantes de Empresa y Marketing de la CEU-UCH en Elche con el objetivo de mostrarles que la pasión, el autoconocimiento y la formación son imprescindibles para decidirse a emprender.
Para Reviriego, levantar un proyecto empresarial es durísimo, tanto como empresario como ejecutivo. Y embrutece mucho. Por eso debe tomarse desde un punto de vista humanístico, porque esa va ser la diferencia: “Si solo te dedicas a ganar dinero, vas a ser desgraciado. Hay que aprender a gestionar una empresa, pero también hay que construirse por dentro, ya que solo así sobrevives cuando te azota la vida. Hace falta tener una gran formación, saber quién eres”.
Los cambios de rumbo profesional para la presidente de Fundacion Callia e impulsora de los Premios Iberoamericanos de Mecenazgo y La Suerte de Dar, dos iniciativas que congregan a los grandes líderes empresariales y principales instituciones iberoamericanas en torno al compromiso social con el arte, se debieron esencialmente a una motivación: «A mí me interesaba la gente que le gustaba el arte no como inversión sino que quisiera trascender a través de él. Ese empresario que ha generado riqueza con su empresa y que quiere compartirlo”. Por eso, se focalizó en los coleccionistas de arte y en los mecenas porque ella sabía que era la mejor en ese ámbito.
En ese punto de su relato ante los estudiantes, esta experta, miembro del Comité Cultural Queen Sofia Spanish Institute y del Consejo Editorial de Forbes Life América Latina para temas de arte, desmenuzó las claves para emprender un proyecto profesional y personal. “Una persona competitiva compite contra los demás; una persona ambiciosa compite para sí mismo. Por eso a un ambicioso no le ganas. Tenéis que conoceros, así sabréis en qué sois buenos. Para ser distintos basta con ser uno mismo”.
Y a partir de aquí, “hay que conocer el mercado, conocer el producto y luego reflexionar: qué hacen mis competidores, qué puedo hacer yo que los otros no hacen y en lo que puedo ser el mejor. Y para eso hay que construirse y conocerse”. Hay que ser honesto. “Existen dos tipos de empresarios: buñuelos, que no tienen nada dentro; y croquetas, llenas y consistentes. Yo he llegado hasta aquí siendo una persona honesta, siendo una croqueta. Tened en la vida como razón de ser ir a mejor, crecer como personas. Eso os hará más libres, porque siempre tendréis algo que dar. Y para dar algo hay que estar formados”.
Su última recomendación entronca con su forma de entender la labor empresarial. “El empresario tiene que asumir riesgos, porque necesita estar un paso por delante. Para sacar adelante un proyecto, el secreto es la pasión. Las empresas crecen por posicionamiento, por pasión y por hambre. La pasión es lo que te hace aguantar, porque haces lo que te gusta, te diviertes, creces, y eso es muy sexy”.