Estudiantes y profesores de Enfermería de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Castellón celebraron ayer el día de su patrón con un intenso programa que incluyó una mesa redonda sobre la acción humanitaria en África, con los refugiados y en catástrofes.
En ella participaron Ana Blanco (delegada internacional de Cruz Roja), Juan José Masip (capitán enfermero de la Unidad Militar de Emergencias), Gonzalo Pareja (delegado de Medicus Mundi Mediterrània en la Comunitat) y los voluntarios de Youcanyolé Inma Felip e Isaac Sanahuja, enfermera de urgencias y bombero, respectivamente.
En esta entrevista hablan, entre otras cuestiones, de la solidaridad de las jóvenes generaciones.

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¿Qué has querido trasladar durante tu intervención a los estudiantes universitarios?

Isaac Sanahuja.- Básicamente lo que hace Youcanyolé en países como Kenia o Ghana, además de transmitirles el ambiente que se vive en una expedición y cómo las emociones están a flor de piel. Todo se vive muy intensamente. Es también un pequeño viaje hacia tu interior.

Inma Felip.- Lo mismo. Les he mostrado mi experiencia como voluntaria dentro de esta ONG, que se dedica a realizar expediciones médicas. Creo que los estudiantes de Enfermería y de Medicina pueden ser unos voluntarios que encuentren en ella un lugar donde desarrollar su vocación solidaria.

Gonzalo Pareja.- Les he explicado nuestra misión como organización: la de trabajar por el derecho a la salud a nivel global, a través del fortalecimiento de los sistemas de Atención Primaria en Salud.

La experiencia adquirida durante nuestros más de 50 años de existencia en los países del Sur, y lo que estamos viviendo durante los últimos años en nuestro país a causa de la crisis y el intento de privatización de la sanidad, nos han hecho entender que la defensa de la salud no es algo que debamos hacer solo en los países empobrecidos. Se trata de un problema global, una lucha que nos concierne a todos. Por eso nuestro trabajo en lo que denominamos países del Norte se ha incrementado, lo cual nos facilita en muchos casos conseguir que la gente empatice de una manera más sencilla con las problemáticas de las personas de los países del Sur.

La pasión que un sanitario con vocación pone en su labor  con las personas transmite una energía más potente que muchos medicamentos

Juan José Masip.-Les he contado qué es la UME, una herramienta del Estado que nace de la necesidad de tener una fuerza especializada para hacer frente a ese tipo de situaciones (emergencias, catástrofes, etcétera) y, como decía nuestro Teniente general, venimos a sumar, a colaborar, a integrarnos en los dispositivos que se articulen para ayudar a la población cuando sea necesario, pues lo que no se consigue por separado, se puede conseguir gracias al esfuerzo conjunto.

También les he explicado que la sociedad demanda cada vez más y mejores profesionales sanitarios formados en emergencias para hacer frente a este tipo de situaciones, así como que la UME es una opción a tener en cuenta a la hora de plantearse el futuro profesional como personal sanitario que te brinda la oportunidad de vivir experiencias únicas e irrepetibles en otros escenarios, a través de las misiones. Son experiencias gratificantes y enriquecedoras, tanto personal como profesionalmente.

Ana Blanco.- Tres ideas que considero fundamentales. La primera, que todos somos parte de la sociedad y tenemos mucho que aportar, cada uno en la medida de nuestras posibilidades. Que la lucha por los sueños marca la diferencia entre un empleado y un profesional. Y que trabajar en emergencias (locales, nacionales o internacionales) cansa, agota y desgasta, pero también emociona, ayuda a crecer, carga pilas profesionales y personales.

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¿Por qué es necesario el voluntariado en el ámbito de la salud?  

Ana Blanco.- Vivo el voluntariado como parte de un estilo de vida o una actitud muy relacionada con la vocación. En el ámbito de la salud, como en otros, se trabaja con personas, personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad. La pasión o amor que un sanitario con vocación pone en su labor para con esas personas, en los cuidados y atenciones sanitarias que les presta, y en todo lo que la profesión conlleva, transmiten una energía tanto o más potente que muchos medicamentos, aportan una sensación de seguridad, confianza, calma, apoyo, compañía,… que reducen la ansiedad que acompaña la enfermedad y sirven de empujoncito para seguir adelante con una actitud sana y de curación.

La sociedad demanda cada vez más y mejores profesionales sanitarios formados en emergencias para hacer frente a este tipo de situaciones

¿Es suficiente?

Ana Blanco.- Aunque el voluntariado por sí solo no es suficiente para resolver cuestiones de salud, tiene más fuerza de la que parece en un primer momento. Hay que continuar contagiando más actitud de voluntariado, de proactividad, acompañamiento y ayuda hacia quienes tenemos al lado y, así, retroalimentar la sociedad de energía positiva.

Inma Felip.- En las zonas donde Youcanyolé desarrolla su acción, Kenia y Ghana, las condiciones de salubridad, recursos de la población y el sistema sanitario de estos países hacen que la acción solidaria en materia de salud sea de gran ayuda para mejorar la realidad de estas personas. Aunque, siendo realistas, resulta del todo insuficiente.

Isaac Sanahuja.- Que es necesario es obvio; solo hay que mirar las noticias internacionales para comprobar las condiciones en las que viven en determinados países. El mayor problema es que creo que no será nunca suficiente porque son como pequeños parches, aunque, por otra parte, como dijo la Madre Teresa de Calcuta, una gota es una gota, pero el mar sería menos sin esa gota.

Y queda mucho por hacer, sobre todo a nivel de gobiernos y naciones. Son ellos los que tienen la llave para que estas personas tengan una vida digna.

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Estudiantes de Enfermería del CEU han viajado a Ghana en una misión humanitaria de la mano de Youcanyolé

¿Es solidaria la juventud de hoy? ¿Cómo animarla a construir un mundo mejor?

Gonzalo Pareja.- Los jóvenes con los que he tenido la oportunidad de trabajar, tanto en proyectos llevados a cabo aquí, como en países como Senegal, Ecuador… me han demostrado que se trata de una generación con las ideas muy claras, y por eso creo que se les debería escuchar más, y criticar menos. Saben que viven en un mundo globalizado y que por lo tanto tienen la responsabilidad de involucrarse de alguna forma para conseguir evolucionar hacia un mundo mejor. Esta visión les permite, en la mayor parte de los casos, entender que los problemas de tipo global y sus causas y consecuencias no podemos seguir considerándolas como lejanas y cosa “de terceros”, ya que tarde o temprano acaban afectándonos de forma directa.

A nivel sanitario, está implicación se acentúa todavía más. A los jóvenes que deciden estudiar algún grado relacionado con la salud ya se les presupone, en general, una serie de valores que van muy ligados con la cooperación al desarrollo.

Inma Felip.- En mi opinión, actualmente gran parte de los jóvenes son solidarios y solo necesitan encontrar la organización y el campo donde desarrollar sus inquietudes. La mejor forma que veo para motivarles es animarles a involucrarse en proyectos que puedan mejorar nuestro mundo, darles información y empujarles a que prueben a hacer algo altruista.

De esta forma, comprobarán por sí mismos que, si bien ellos dan su tiempo y recursos, también reciben satisfacción, experiencias y vivencias irrepetibles.

Gran parte de los jóvenes son solidarios y solo necesitan encontrar la organización y el campo donde desarrollar sus inquietudes

Isaac Sanahuja.- Sí, porque creo que en general la gente es solidaria pero reactiva. Por ejemplo, hace unas semanas se hizo una recogida de ropa, comida y material diverso para los refugiados y en dos días se recogieron unas 9 toneladas.

Juan José Masip.– Coincido en que los jóvenes son solidarios. Y que la participación en misiones internacionales es una forma de aportar tu granito de arena a gente necesitada en situaciones de catástrofe o emergencia social.

Ana Blanco.- Estoy de acuerdo. Creo que la juventud muestra una actitud y una mentalidad abierta hacia lo nuevo, lo diferente, y empatiza no sólo con quienes sufren en su entorno más cercano. Creo que el “decirse solidario” y hacer voluntariado para mostrarlo, en ocasiones ocurre como consecuencia de una moda que no hace más que dar a conocer esa experiencia de voluntariado, de darse a los demás y que cambia la vida de todo el que la vive.

Pero no es necesario irse a la otra parte del mundo para vivirlo; hay tantas formas de ayudar y colaborar con quienes lo necesitan como personas dispuestas a hacerlo. Se recibe muchísimo sin recibir nada, es quizás lo que convierte el voluntariado en una adicción o en un estilo de vida.

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Los ponentes coinciden en destacar la solidaridad de las nuevas generaciones

Estamos asistiendo a una gran crisis humanitaria, la de los refugiados. ¿Nos podéis contar alguna experiencia?

Ana Blanco.- Fui a Grecia para ayudar en la medida de lo posible en la crisis de personas refugiadas sirias en su primer contacto con Europa, y me encontré con una lección de vida de la que aún hoy sigo aprendiendo.

A menudo escuchamos hablar de “los refugiados”; son personas como cualquiera de nosotros que se han visto obligadas a huir de su país para intentar salvar su vida y buscar una posibilidad de reinventarse. Convertir el adjetivo “refugiado” en nombre y utilizarlo con tanta frecuencia parece deshumanizar a quienes poseen dicha condición, pero nada más lejos de la realidad.

Juan José Masip.– Tengo experiencia, pero de hace 20 años, siendo enfermero y dentro del ejército, pero no en la UME (adonde llegué en 2010). Estuve dos veces de Misión en Bosnia-Herzegovina (1995 y 1997), la primera bajo bandera de la ONU y la siguiente ya con la OTAN. En ambas visitamos bastantes campos de refugiados (al menos una vez por semana íbamos a llevar ropa y provisiones a alguno de los diferentes campos que teníamos en los alrededores de Mostar, así como también a otros más alejados) y, aunque al principio solían necesitar ropa, no era menos importante la asistencia sanitaria y sobre todo, la psicológica.

Para que los jóvenes tengan las herramientas para trabajar de una forma óptima en proyectos de cooperación, es imprescindible la formación

¿Alguna aportación más?

Isaac Sanahuja.- Creo que el acuerdo entre Youcanyolé y el CEU es muy positivo para ambos. Por una parte nosotros podemos contar con estudiantes de Enfermería para completar las expediciones y, por la otra, creo que es una experiencia impagable para los estudiantes. Todos salen ganando.

Gonzalo Pareja.- La formación. Según mi experiencia, para que los jóvenes tengan las herramientas para trabajar de una forma óptima en proyectos de cooperación, es imprescindible que se les facilite formación teórico-práctica sobre aspectos que hoy en día no se trabajan en la mayoría de las carreras profesionales sanitarias: relacionados con los problemas de salud a nivel global, con los movimientos migratorios, con la historia mundial…

Son necesarios para poder ubicarse y entender por qué están haciendo lo que están haciendo. Que de esta forma puedan ver el bosque entero, desarrollar una visión y actitud crítica y aportar ideas, soluciones e incluso participar en la elaboración de proyectos que tengan la finalidad de mejorar las condiciones de vida de las personas con las que están trabajando.

La formación, como siempre, es la clave para hacer bien tu trabajo

En eso estamos. Muchas gracias a los cinco.

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