Es estudiante del Doble Grado en Derecho y Ciencias Políticas de la CEU UCH, con un expediente de 20 Matrículas de Honor

El premio tiene una dotación de 3.000€ y cuenta con el patrocinio de la Real Academia Valenciana de Jurisprudencia y Legislación.

El estudiante de doble grado en Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad CEU Cardenal Herrera, Enrique Roger Belloch, ha sido galardonado con el XXVIII Premio de Estudios Jurídicos Universitarios Manuel Broseta Pont. Este prestigioso premio, otorgado por la Fundación Profesor Manuel Broseta, reconoce a los mejores graduados en Derecho de las universidades valencianas, valorando su brillante expediente académico -20 matrículas de honor en el caso de Enrique Roger- y su formación jurídica. Además, los candidatos al Premio debían presentar una monografía original de temática jurídica. Roger ha presentado el trabajo “Los efectos de la política postmoderna sobre la idea de Estado de Derecho”, que estudia cómo la dinámica política actual está debilitando las garantías jurídicas fundamentales. El premio tiene una dotación de 3.000€ y cuenta con el patrocinio de la Real Academia Valenciana de Jurisprudencia y Legislación.

El jurado, que se reunió el pasado mes de marzo en la sede del Ilustre Colegio de Abogados de Valencia, ha sido presidido por José Soriano Poves, decano del Ilustre Colegio de Abogados de Valencia y presidente de la Real Academia Valenciana de Jurisprudencia y Legislación, y ha estado compuesto por Enrique Fliquete Lliso, abogado y vicepresidente del Consejo Jurídico Consultivo de la C.V.; Luis Manent Alonso, abogado de la Generalitat Valenciana; Lourdes Paramio Nieto, abogada en Derecho Laboral; Juan Chapapría García de Otazo, abogado; y como secretario del jurado, Fernando García Mengual, vicesecretario de la Fundación Profesor Manuel Broseta.

En la CEU UCH hemos entrevistado a Enrique, que reflexiona sobre los retos del sistema legal, su experiencia en la universidad y sus planes de futuro como opositor a Abogado del Estado.

Enrique, enhorabuena por este reconocimiento. ¿Cómo surgió la idea de presentarte a este premio y cómo ha sido el proceso?

Estoy muy ilusionado. Se nos planteó a un grupo de alumnos la posibilidad de presentarnos a este premio, cuyo requisito principal era contar con al menos 10 matrículas de honor en el expediente. También era necesario presentar una monografía, y decidí adaptar mi Trabajo de Fin de Grado.

Tu expediente académico es sobresaliente, con 20 matrículas de honor. ¿Cómo lograste mantener un nivel de excelencia tan alto?

Soy bastante disciplinado, aunque sin exageraciones. Derecho es una carrera que exige mucho estudio, pero a mí siempre me ha gustado y se me ha dado bien. Encontrar una disciplina que realmente me motiva ha sido clave para aplicarme al máximo.

Tu monografía trata sobre Los efectos de la política postmoderna sobre la idea de Estado de Derecho. ¿Por qué elegiste este tema?

Desde el principio tenía claro que no quería centrarme en un aspecto muy concreto de una ley, un código o una norma específica. Me interesaba una cuestión más profunda, relacionada con el propósito y la esencia del derecho. Esto me llevó a dos materias fundamentales: la filosofía del derecho y el derecho constitucional.

¿Cuáles son las principales ideas que desarrollas en tu trabajo?

Mi investigación analiza cómo la forma de hacer política en los últimos años ha afectado al concepto de Estado de Derecho. Este modelo político se basa en la primacía de la ley, con el objetivo de garantizar justicia y seguridad jurídica. Es decir, los ciudadanos deben tener la certeza de que viven en un sistema con garantías jurídicas, donde las infracciones tienen consecuencias y donde existen procedimientos claros que protegen derechos y libertades fundamentales.

Lo que planteo en mi estudio es cómo la posmodernidad, como fenómeno político e histórico, introduce una serie de características que erosionan esta idea del derecho. En lugar de primar la ley y la justicia, la política actual tiende a esquivar estas garantías, gobernando en función de intereses partidistas. Se hace política atendiendo a ciertos grupos sociales con el fin de obtener réditos electorales, ignorando en ocasiones a minorías. Además, las normas dejan de ser un medio de regulación y se convierten en un instrumento de poder, lo que acaba debilitando el Estado de Derecho.

¿Qué ejemplos concretos analizas en tu monografía?

Me centro en España y en cómo han evolucionado algunas prácticas en los últimos años. Por ejemplo, el abuso del decreto-ley. Esta debería ser una herramienta excepcional de legislación, que requiere validación parlamentaria. Sin embargo, al contar el gobierno con mayoría en el Congreso de los Diputados, estos decretos se aprueban sin apenas debate ni control por parte de los organismos consultivos.

También analizo la situación actual de los Presupuestos Generales del Estado, que deberían renovarse y aprobarse cada año, pero en la práctica se extienden durante largos periodos. Otro punto clave de mi estudio es la situación del Ministerio Fiscal. Me centré en el caso de Dolores Delgado, cuando todavía no estaba en el centro del debate público el actual Ministro de Justicia. Su nombramiento como Fiscal general del Estado tras haber sido Ministra de Justicia en el Ejecutivo de Pedro Sánchez generó controversia. Se supone que esta figura debe actuar como contrapeso del gobierno y mantener su independencia, pero su designación planteó dudas sobre la separación de poderes.

Por otro lado, abordo la situación del Tribunal Constitucional y el Consejo General del Poder Judicial. El problema principal de este último radica en que el sistema de elección de sus miembros está muy controlado por los partidos políticos. Se ha criticado que exista cierta endogamia en la judicatura, pero sería preferible que los propios jueces eligieran a sus representantes en lugar de que lo hicieran los políticos.

En mi estudio analizo cómo desde la Ley del Poder Judicial de 1980, que otorgaba mayor autonomía a los jueces, se pasó a la reforma de 1985, que reforzó el control político sobre la Justicia. Esta ley popularizó la frase «Montesquieu ha muerto», porque con ella el poder ejecutivo comenzó a influir directamente en el judicial, rompiendo la separación de poderes.

¿Cómo ha cambiado la relación entre política y derecho en los últimos años?

La política ha pasado de ser una práctica orientada al bien común y al servicio ciudadano a convertirse en un juego partidista, donde los intereses de los representantes priman sobre la legalidad y las garantías del Estado de Derecho. Ya no se pone el derecho por encima de la política, sino que la política utiliza el derecho como un instrumento para sus propios fines.

Esto se enmarca en lo que se conoce como la teoría del constructivismo jurídico, que plantea una interpretación de la ley que va más allá de su propio marco normativo, utilizándola para provocar cambios en la sociedad según los intereses del momento.

¿Qué medidas crees que serían necesarias para revertir esta situación?

Es fundamental restablecer los principios básicos del Estado de Derecho, porque actualmente están en riesgo. A nivel global, lo que prevalece es la lucha por el poder. Sin embargo, creo que en los momentos más difíciles aún existen personas que verdaderamente quieran el bien común y servir a los demás. La política debe ser un servicio de vocación pública, donde los líderes se pongan en último lugar y prioricen el bienestar de la ciudadanía.

¿Cuáles son tus planes de futuro tras recibir este premio?

Ahora quiero terminar mi grado en Ciencias Políticas y, a partir de septiembre, comenzar a prepararme para la oposición a Abogado del Estado. Empiezo con ganas y con el objetivo de conseguirlo, aunque soy consciente de que es un proceso muy exigente. Haber obtenido 20 matrículas de honor en la carrera no significa nada en este contexto, porque el estudio de una oposición es completamente diferente. La oposición es como un trabajo, con una jornada de estudio constante y disciplinado. Lo más importante es mantener la estabilidad y la salud mental.

Mirando atrás, ¿qué papel ha jugado la Universidad CEU Cardenal Herrera en tu formación?

Mi experiencia en la universidad ha sido muy positiva. He intentado participar en todo lo que se me ha propuesto: fui delegado, formé parte de clubs estudiantiles… Ha sido un pilar clave en mi formación, al igual que mis profesores.

Me gustaría destacar a Esperanza Ferrando (anterior Decana de la Facultad de Derecho, Empresa y CC Políticas de la CEU UCH), Beatriz Hermida (Vicedecana de la Facultad de Derecho, Empresa y CC Políticas de la CEU UCH) y María Luisa Mena (Profesora colaboradora del grado en Derecho y CC Políticas). tres figuras fundamentales en mi experiencia universitaria. También destacar a Leopoldo García, tutor de mi Trabajo de Fin de Grado y actual Decano de la facultad.

Finalmente, ¿qué consejo le darías a los estudiantes de Derecho que aspiran a destacar en su carrera?

Constancia, voluntad, trabajo y decir que sí a todo. La universidad se puede vivir de muchas maneras, pero yo recomiendo implicarse en la vida universitaria siempre que sea posible.

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