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La Universidad CEU Cardenal Herrera de Castellón acogió ayer una mesa redonda que abordaba la aparente relación entre violencia y religión.

Según explica el profesor de Humanidades del CEU Jaime Vilarroig, miembro, también del Instituto de Humanidades Ángel Ayala, que organizaba la actividad, «la pregunta, intencionadamente provocativa, con que se abrió la mesa redonda era: ¿por qué las religiones son violentas?, dando por supuesta esta premisa, cuando, en realidad, tal como se fue viendo a lo largo de la tarde, la violencia está en el corazón del hombre, y ésta se vale de cualquier estructura social (incluidas las religiones) para abrirse paso en el mundo».

La relación entre violencia y religión fue tratada desde la perspectiva de René Girard, filósofo y antropólogo francés y católico, residente en EEUU, que ha publicado numerosos trabajos sobre el tema (La violencia y lo sagrado, El chivo expiatorio, El sacrificio, etc.) y ha generado dos revistas internacionales que difunden su pensamiento (ContagionImitatio).

En España existe un grupo de investigación y una revista que se dedica también a la traducción y difusión de sus obras (Xiphias Gladius), al cual pertenecen los ponentes que protagonizaron la mesa redonda: Ángel Barahona (decano de Humanidades en la Universidad Francisco de Vitoria), David García Ramos (UCV) y Bosco Corrales (UCV y CEU).

Ángel Barahona expuso la relación entre la violencia y lo sagrado según el pensamiento de Girard: el hombre desea las cosas del otro, desea ser como el otro (deseo mimético), lo cual provoca violencia (violencia mimética). Cuando en un grupo humano esto llega al paroxismo, se elige una víctima inocente sobre la cual descargar la violencia (chivo expiatorio), y esto apacigua por cierto tiempo las tensiones que anidaban en la sociedad (hecho este reflejado en los mitos y en los sacrificios fundacionales de las ciudades). «Sólo el reconocimiento de que la víctima es inocente y reconociendo la propia culpabilidad (vía cristiana) se puede poner coto definitivo a la violencia mimética que replican las religiones», aseguró.

Por su parte, Bosco Corrales explicó el pensamiento de Girard aplicando la categoría de chivo expiatorio al problema de los refugiados sirios, «que se han convertido en piedra de escándalo, y a los que preferimos ignorar (Méconnaissance) en lugar de acoger».

David García-Ramos, por último, habló del proceso de identidad en Oriente Medio, desde las violencias miméticas de las que habla Girard, y propuso un nuevo modo de descubrir la identidad. «no desde la violencia sino desde el amor, según la propuesta cristiana».

El objetivo del Instituto de Ángel Ayala, asegura el profesor Vilarroig, es «continuar profundizando desde un conocimiento auténticamente riguroso los problemas más acuciantes de nuestro entorno como el de la violencia».

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