La investigación constituye la tesis doctoral de Isabel Hernández García, Jefe de los Servicios Sanitarios del Regimiento NBQ1 de Valencia, realizada en la CEU-UCH bajo la dirección de Belén Merck, Paloma Botella y José Luis Sánchez Carazo
Una investigación realizada en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia ha estudiado el impacto negativo de la psoriasis en las distintas dimensiones de la calidad de vida de los pacientes, incluyendo el dominio sintomático, emocional y funcional en aquellas personas que la padecen. El estudio constituye la tesis doctoral de la Comandante médico Isabel Hernández García, Jefe de los Servicios Sanitarios del Regimiento NBQ1 de Valencia, defendida en la CEU-UCH. Bajo el título “Impacto de la calidad de vida de los pacientes psoriásicos de consultas externas del Hospital Gómez Ulla de Madrid”, la investigación se ha realizado a partir de una muestra de 164 pacientes que acuden a este centro, el Hospital Militar General Central de la Defensa.
Según destaca la doctora Hernández, la psoriasis es una enfermedad cutánea crónica y autoinmune, para la cual todavía no hay un tratamiento definitivo y cuya prevalencia en España se estima en un dos por ciento: “La etiología de esta enfermedad es desconocida y su clínica muy variada, aunque la lesión típica es una elevación de la piel eritematosa, de bordes bien definidos y recubierta de una descamación blanco-argéntica”. Para estudiar los efectos negativos en la calidad de vida de esta enfermedad cutánea, que combina periodos de “brote” o reagudización sintomática con otros de “blanqueamiento” o asintomáticos, la doctora Isabel Hernández ha realizado su investigación bajo la dirección de los doctores Belén Merck, del Grado en Medicine de la CEU-UCH; Paloma Botella, del Grado en Ingeniería Informática de Sistemas de Información de la CEU-UCH; y José Luis Sánchez Carazo, dermatólogo del Hospital General Universitario de Valencia.
Entre los resultados obtenidos, la doctora Isabel Hernández destaca que los efectos negativos de esta enfermedad en la calidad de vida de quienes la sufren son moderados. Según describe, “el perfil que mejor encaja con la afectación en la calidad de vida se corresponde con aquellos pacientes que tienen un nivel cultural no superior, que son menores de 40 años y que refieren una situación de estrés previa a una reagudización de la psoriasis”.
Picores, preocupación, cansancio
La doctora Hernández ha analizado también en su tesis doctoral, defendida en la CEU-UCH, las puntuaciones más altas alcanzadas en cada uno de los tres dominios o ámbitos de calidad de vida investigados entre los pacientes con psoriasis: “En el dominio sintomático, el ítem más citado fue “La piel me pica” (54,17%), por encima de otros como la irritación o la sensibilidad de la piel. En el dominio emocional, el ítem “Me preocupa que mi enfermedad de la piel empeore” fue el que obtuvo las puntuaciones más elevadas (37,50%), seguido de otros sentimientos como el “enojo”, la “vergüenza”, la “preocupación por la gravedad” o la “frustración”. Y en el dominio funcional, el ítem más frecuente fue “Mi enfermedad me produce cansancio”(12,50%), por encima del efecto en la vida social y en la vida laboral”.
Según la autora de la investigación, los factores que más influyen en la calidad de vida de los pacientes con psoriasis son -junto al nivel cultural y la edad- la necesidad de realizar una biopsia o la necesidad de un ingreso hospitalario por motivo de la psoriasis. Es decir, “las manifestaciones clínicas de la psoriasis tienen una mayor influencia en el deterioro de la calidad de vida, que la percepción psicológica de la enfermedad o las limitaciones que esta produce en la vida cotidiana laboral, familiar y social”, señala la doctora Hernández, que acaba de defender su tesis en la CEU-UCH.
Las personas con bajo nivel cultural y los menores de cuarenta años son quienes presentan una peor calidad de vida derivada de esta enfermedad inmunológica de la piel
Calidad de vida y estrategia terapéutica
Según destaca Isabel Hernández, “la valoración de la calidad de vida en medicina es una herramienta que cada vez va ganando más importancia en la práctica clínica. Describir la discapacidad que una enfermedad y su tratamiento producen en la vida de los pacientes, como en este caso en la psoriasis, es de gran importancia para la distribución de los recursos sanitarios y para elegir la estrategia terapéutica idónea para cada paciente. “Cuando una enfermedad cutánea es visible, su repercusión psicosocial es mayor; si además es crónica e incurable, genera en los pacientes sentimientos de desesperanza, impotencia y frustración, que influyen en esta enfermedad con un alto componente psicosocial”.
Para la obtención de estos resultados, la doctora Hernández ha empleado una batería de test compuesta por la versión española del Skindex-29 y el Psoriasis Area and Severity Index. Las variables se estructuraron en sociodemográficas, de la historia médica y clínicas de la psoriasis. En el análisis estadístico se utilizaron las técnicas descriptivas, la prueba de ANOVA y el test de Kruskal Wallis, así como la regresión lineal múltiple para el estudio multivariante.
Se estima que un dos por ciento de la población española padece psoriasis, una enfermedad crónica para la que aún no existe un tratamiento definitivo
Máxima calificación académica
La tesis doctoral de la Comandante médico María Isabel Hernández García, dermatóloga por la Universidad Complutense de Madrid, con la especialidad en Riesgos nuclear, biológico y químico del Ejército de Tierra, ha sido dirigida por la doctora Belén Merck Navarro, profesora del Departamento Medicina y Cirugía de la CEU-UCH; el doctor José Luis Sánchez Carazo, del Servicio de Dermatología del Hospital General Universitario de Valencia; y la doctora Paloma Botella Rocamora, profesora del Departamento Ciencias Físicas, Matemáticas y de la Computación de la CEU-UCH.
El tribunal de la tesis, defendida este mes de julio en la CEU-UCH, ha estado compuesto por los doctores José Miguel Fortea, de la Universidad de Valencia; Desamparados Pérez, de la Universidad de Valencia; y Onofre Sanmartín, de la Universidad Católica de Valencia.