• El Congreso de la Sociedad Hispánica de Antropología Filosófica (SHAF), bajo el título “Un Bel Morir, tutta una vita onora. Sobre la muerte”, está dirigido por los profesores Jaime Villarroig y José Vicente Bonet
  • “La muerte sin etiología es sospechosa, hay que encontrar respuesta para todo, como si la muerte fuera algo evitable y accidental”, ha señalado Higinio Marín
El Congreso ha celebrado su inauguración en el Palacio de Colomina CEU, en Valencia.

El rector de la Universidad CEU Cardenal Herrera, Higinio Marín Pedreño, inauguró el XV Congreso Internacional de la Sociedad Hispánica de Antropología Filosófica (SHAF) que se celebra en Valencia, organizado en colaboración con la Universidad Católica de Valencia y bajo la dirección de los profesores Jaime Vilarroig (CEU UCH) y José Vicente Bonet (UCV).

Bajo el título “Un Bel Morir, tutta una vita onora. Sobre la muerte”, el Congreso reúne a investigadores y profesores que abordarán la relación de los contemporáneos con el final de la vida, a través de sus representaciones artísticas, y de cuestiones como la muerte voluntaria, pedagogía de la muerte y el miedo a morir.

Sobre “Muerte, memoria y mortalidad”

El rector de la CEU UCH ha ofrecido la ponencia inaugural, centrada en la construcción de la autoconciencia de la muerte y su evolución en la historia. Según explicó Higinio Marín, el proceso de construcción de la autoconciencia y su individualización fue largo: “En los albores de la humanidad, el clan estaba por encima del sujeto, también la genealogía, presente en el Antiguo Testamento”.

“No hay idea de supervivencia propia sin el conjunto de la sociedad familiar, que es lo que ofrece seguridad”, agregó el rector, que comparó esa percepción de la vida con “la heteronomía feliz” propia de la psicología infantil que encuentra seguridad en los padres y en la familia.

A lo largo de su conferencia “Muerte, memoria y mortalidad”, Higinio Marín explicó asimismo que esta situación fue cambiando a lo largo de la Antigüedad: “La Muerte alcanzará toda su dimensión con la individualización por encima de la genealogía, presente en la Grecia clásica”. “Donde hay práctica de la sepultura individual, hay memoria, hay legado”, añadió Marín.

El punto de inflexión, según explicó, comenzó con la autoconciencia del yo heredero de la Ilustración y sus fenómenos culturales y su desarrollo en la época contemporánea. “A la muerte le ha sobrevenido la obscenidad, el mal gusto por exhibir al difundo”, indicó. El rector recordó a Foucault cuando sentenció que la muerte “es un tabú; un tabú que de lo sexual se ha trasladado a la muerte”.

Por este motivo, el rector de la CEU UCH consideró que hoy la muerte está “en las antípodas” de lo que ha sido la cultura tradicional de los hombres. “El fenómeno de desvirtualización de la muerte no tiene parangón en la Historia”. Marín señaló que toda psicología está orientada hacia el olvido, justo lo contrario de lo que ocurría hasta tiempos recientes.

Este devenir ha sido posible gracias al aumento de la esperanza de vida. “Es el ocaso del ocaso; la muerte desaparece como connivencia del instante, el algo remoto, alejado en el tiempo”, remarcó. “No es lo mismo saber que voy a morir que saber que soy mortal”. Por este motivo la sociedad ya no vive de igual manera que los antiguos griegos, que se separaban de los dioses porque eran mortales, o como los creyentes de las religiones salvíficas como el cristianismo, donde la muerte era la superación de un final que se tenía presente a diario.

“En nuestros tiempos se come y se viste por gusto, no por necesidad; se hacen esfuerzos físicos por gusto, no por necesidad; es el ideal griego: vivir como dioses, saliéndose de lo mortal”, sentenció.

Asimismo, incidió en el papel del Estado y la industrialización de los ritos para convertir la muerte en algo que no es natural. “La muerte sin etiología es sospechosa, hay que encontrar respuesta para todo, como si la muerte fuera algo evitable y accidental”. De esta manera, el profesor de Antropología expuso que es normal que se viva de espaldas a nuestro destino y que incluso se haya producido “una crisis de la mortalidad por la carencia de autoconciencia de la muerte”, concluyó.

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