Numerosos estudiantes, profesores y personal de la Universidad CEU Cardenal Herrera se están desplazando a los municipios afectados por la DANA, en los autobuses coordinados por la Pastoral, para colaborar con la población damnificada

Algemesí, Catarroja, Alfafar, Aldaia, Paiporta, Massanassa… numerosos voluntarios de la Universidad CEU Cardenal Herrera están desplazándose en autobuses a los municipios afectados por la DANA para colaborar con la población devastada por esta tragedia. Coordinados por la Pastoral Universitaria, estudiantes, profesores y personal de la CEU UCH están dando lo mejor de sí para responder ante las necesidades planteadas por los propios damnificados. Y es que, como explica el capellán del campus de Valencia, Domingo Pacheco, “desde el principio hemos estado trabajando para identificar a las personas de nuestra comunidad educativa que residen en estas localidades, con el objetivo de prestar una ayuda más organizada que responda eficazmente a las necesidades que nos trasladan en cada momento”. Una adaptación a las demandas en tiempo real a la que también está contribuyendo la estrecha comunicación que mantiene la Pastoral con las parroquias de estas poblaciones.

En cualquier caso, aunque cambien las zonas y las peticiones concretas con el transcurrir de los días, la tónica dominante es la limpieza de lodo en calles, hogares, colegios y “donde nos han mandado” -señala el capellán de la universidad-, el reparto de comida y material de primera necesidad aportado estos días por la comunidad universitaria y, por supuesto, la escucha.  Y es que, prosigue el sacerdote, “las personas afectadas por esta tragedia agradecen mucho la ayuda y la acción, pero también el cariño y la empatía de los voluntarios. Estoy recordando situaciones en las que un abrazo y sentirnos cerca les ha aportado mucho más que todo lo que pudiéramos hacer o llevar. Porque es verdad que tenemos que ocuparnos de las necesidades materiales, pero eso no debe hacernos olvidar la parte espiritual, lo que humaniza: hacer las cosas con amor y querer a las personas que ayudamos”, subraya.

Estudiantes solidarios

Esta vocación de servicio a la que se refiere el capellán de la CEU UCH está latente en los testimonios de todos los voluntarios con los que ha contactado Actualidad CEU dos semanas después de la tragedia.

‘Aunque vuelvas muy cansado, te llevas la satisfacción de saber que algo has podido ayudar’

“Estoy en contacto diario con varios compañeros de la universidad que residen en zonas afectadas por la DANA y me he dado cuenta de que, además de la ayuda para limpiar y de los materiales, necesitan hablar. Coger una fregona o una pala está muy bien, pero escuchar es muy importante”, asegura Borja Gregori, estudiante de 4º de Periodismo y Publicidad. Aparte de colaborar en el terreno, embarcándose en el autobús del CEU (y también por su cuenta, desplazándose a pie desde Valencia hasta Catarroja -e incluso en bici con una mochila llena de botas- y hasta Benetússer), Borja ha conseguido, junto a una compañera de clase y en colaboración con la parroquia San Josemaría de Valencia, fletar una furgoneta llena de material al centro de recogida organizado por el CEU.

El futuro comunicador no se lo pensó dos veces a la hora de colaborar. “Cuando ves una situación como esta, te das cuenta de que necesitas ir. Y aunque vuelvas muy cansado, te llevas la satisfacción de saber que algo has podido ayudar, aunque no puedas estar alegre por motivos evidentes”, señala.

‘Nos ha impresionado la entereza de estas personas y lo mucho que se emocionaban y nos agradecían la colaboración’

Igual de inmediata fue la reacción de Blanca Angulo, estudiante de 3º de los Grados en Educación Infantil y Primaria del campus de Castellón. La también delegada de centro y subdelegada de la CEU UCH está coordinando la respuesta de sus compañeros, que se ha concretado una masiva participación en diversas colectas solidarias y llenando los autobuses fletados por el campus con destino a Catarroja y Massanassa.

“Era fundamental ayudar en esta catástrofe”, asegura la futura maestra. Y, aunque confiesa que es muy duro ver en primera persona los efectos de la DANA, que califica de “sobrecogedores y propios de una película de terror”, prefiere quedarse con la parte positiva: “Además de limpiar y repartir el material, hemos hablado con personas de todas las edades”, señala. “Nos ha impresionado su entereza y también ver lo mucho que se emocionaban y nos agradecían estar allí ayudando. Algunos hasta nos decían que éramos sus ángeles”, explica emocionada.

‘Es difícil imaginar que una institución tan grande se preocupe personalmente de cada alumno; iba con mucha motivación por tener un objetivo concreto’

Sebastían Pedra también lo tuvo muy claro desde el primer momento. “Di el paso por varios motivos, pero creo que el más fuerte es la sensación del deber moral de ayudar a quien lo necesite de la manera que a uno le sea posible. En los momentos necesarios creo que, tal como se ha visto en estos días, lo que prevalece es el sentimiento de comunidad”, subraya este estudiante de 5º de Veterinaria.

El alumno, que se desplazó a Paiporta en el primer autobús que logró fletar la universidad, valora positivamente el modo en el que esta organiza el voluntariado, atendiendo a la demanda de profesores y alumnos damnificados. “A veces es difícil imaginar que una institución tan grande y con tantos miembros se preocupe personalmente de cada alumno, así que iba con mucha motivación por tener un objetivo concreto: apoyar y ayudar en lo posible a una compañera y a sus vecinos”.

Aunque impactado por los efectos de la DANA, Sebastián se queda con la gran movilización solidaria de la población. “Cuando realmente importa, se muestra el corazón de la gente”, subraya el futuro veterinario, a quien esta experiencia le ha animado a continuar invirtiendo, a través del voluntariado, su tiempo y esfuerzo en ayudar a los demás.

‘Individualmente no se puede hacer mucho, pero creo que, en conjunto, podemos generar un cambio palpable’

Compromiso sin fronteras

Que los estudiantes de la Comunidad Valenciana se hayan implicado tanto con sus vecinos es encomiable, pero todavía lo es más cuando quienes se involucran en este reto solidario proceden de otras partes del mundo.

Un ejemplo de que el corazón no entiende de mapas es Ángel Ricardo Delgadillo, alumno de primero de Ciencias Políticas, oriundo de San Luis de Potosí (México).

“Cuando hay un desastre natural, lo primero que hay que hacer es ayudar si tienes la oportunidad”, asegura convencido. Y eso es lo que ha hecho el futuro politólogo: sumarse al primer bus que partió del CEU a Paiporta y apuntarse a otro esta semana.

“Individualmente no se puede hacer mucho, pero creo que, en conjunto, podemos generar un cambio palpable. Y cada uno puede aportar su granito de arena para lograr algo grande”, subraya Ángel, quien, a pesar de conocer de cerca los fenómenos meteorológicos extremos, se muestra sorprendido de la magnitud de este desastre y muy afectado por la situación que está atravesando la ciudadanía de los municipios afectados.

‘Me he encontrado a cientos de jóvenes de muchas nacionalidades. Todos nos implicamos porque estas personas podrían ser nuestras familias’

Tampoco conoce fronteras la vocación de servicio de Lisa Romero, estudiante de 5º de Veterinaria procedente de Perpiñán (Francia). Como muchos otros compañeros, Lisa ha combinado labores de voluntariado y colecta de material por su cuenta (en Forn d’Alcedo) con las organizadas desde el CEU, en concreto a Paiporta, donde lo que más recuerda es el olor y la resiliencia de las personas a las que ayudó.

 “Mis abuelos eran españoles y cuando vi a todas esas familias y personas mayores que lo habían perdido todo, no pude permanecer insensible, tenía que hacer algo, aunque la acción fuera mínima”, explica. “Me he encontrado a cientos de jóvenes, de muchas nacionalidades y todos nos estamos implicando porque estas personas podrían haber sido nuestras familias y esto puede ocurrir en cualquier parte del mundo”, advierte,

Lisa, además, también está volcada en ayudar a los animales. La futura veterinaria está haciendo guardias en el Hospital Cínico Veterinario del CEU para asistir a los que han sufriendo las consecuencias de esta catástrofe medioambiental. Y, junto a una compañera de clase y piso, está acogiendo temporalmente a Julius, un podenco superviviente con una una doble fractura, hasta encontrarle un hogar definitivo.

Profesores y personal

Los jóvenes no han sido los únicos que han demostrado con creces su capacidad de entrega a los que sufren. Numerosos docentes y miembros del personal de administración y servicios de la universidad se han apuntado a estos autobuses de voluntariado.

La profesora de Ciencias de la Salud Paula Sánchez, por ejemplo, se desplazó esta semana a Massanassa. La también responsable de Investigación del campus de Castellón destaca el buen trabajo desempeñado desde la Pastoral Universitaria y por todas las personas que están haciendo posible esta iniciativa de voluntariado para que ayudar eficazmente a quienes se dirige. Y es que, asegura la docente, “la solidaridad necesita el corazón, que es lo que nos mostraron nuestros alumnos y todos los voluntarios, pero la organización es clave”.

“El grado de desarrollo de una sociedad se mide por su capacidad de ayudar a los vulnerables. Y en una tragedia dantesca como la que están viviendo estas personas, hay dos maneras de estar: fuera o dentro”, prosigue Paula Sánchez, para quien es admirable “la resiliencia de las personas damnificadas a pesar de que muchas de ellas llevan dos semanas viviendo en el barro”.

Estefanía, Fanny, Montero, profesora de Veterinaria, también se ha sumado a las expediciones solidarias del CEU, además de ayudar a organizar las colectas de material.

“Cada vez que ayudamos en una casa, un comercio o entregamos alimentos, los destinatarios nos lo agradecen de corazón; muchos se emocionan, y eso deja claro que nuestra ayuda está llegando en el momento en que más la necesitan”, explica. “Sentir ese agradecimiento genuino nos motiva y confirma que el esfuerzo está teniendo un impacto real y significativo”, prosigue.

Como la profesora Sánchez, Fanny Montero destaca la entrega y solidaridad de los estudiantes, “que han demostrado no solo una gran capacidad de trabajo en equipo y de resolución de problemas, sino también una profunda vocación de ayudar, un fuerte sentido de responsabilidad y un gran compromiso con la comunidad”. “Ha sido realmente conmovedor ver cómo se han volcado masivamente en ayudar a las personas afectadas, y también a sus mascotas en el caso de los estudiantes de Veterinaria”, subraya.

‘Aunque lo que una persona puede ayudar en una jornada es poco, esto es una carrera de fondo’

Una idea, la de la gran implicación de los estudiantes, que también comparte Nuria del Río, responsable de Campus Life, que trabaja a diario con alumnos de todas las titulaciones y nacionalidades.

“Mi experiencia previa a la catástrofe ya me indicaba que los jóvenes son muy solidarios y empáticos, y lo han demostrado estos días. Desde luego, la juventud ha estado a la altura de esta catástrofe y está siendo crucial para superar esta situación”, asegura. 

Nuria del Río se sumó a un autobús de voluntarios del CEU que partió la semana pasada a Catarroja y tiene previsto seguir colaborando en el terreno mientras el trabajo se lo permita. “No sé dónde iremos porque, según las necesidades que van llegando a los coordinadores, vamos a una casa ‘con nombre y apellido’ o a una parroquia que directamente pide ayuda”, explica.

“Aunque lo que una persona puede ayudar en una jornada es poco, esto es una carrera de fondo. Día a día y con el trabajo de todos, conseguiremos que los vecinos de estas poblaciones puedan volver a retomar sus vidas” concluye la coordinadora de Campus Life, que aconseja “dosificar fuerzas, pero no parar de colaborar en las siguientes semanas. Cada uno como pueda según sea su realidad y sus circunstancias, pero siempre es posible hacer algo”. 

Trabajo en equipo

En definitiva, afirma Domingo Pacheco, “la respuesta de la comunidad universitaria está siendo espectacular. Todos, estudiantes, profesores y personal de administración y servicios de los campus de Valencia, Castellón y Elche, han puesto sus capacidades a disposición de las personas afectadas por esta situación, ya sea a través de donativos o participando en las recogidas de material, el voluntariado sobre el terreno y en muchas otras iniciativas que está impulsando la universidad. Y algunos, además, están siendo vitales en la organización de todas estas acciones afrontando tareas invisibles que conllevan mucho trabajo. Por eso se merecen un gran agradecimiento”.

Finalmente, aunque a muchas personas parece llamarles la atención la gran entrega de los jóvenes para ayudar a los damnificados, el director de la Pastoral de la CEU UCH no se muestra sorprendido. “En el ejercicio de mi ministerio acompaño a muchos jóvenes y sé que están deseando ayudar al prójimo. Me esperaba esta respuesta, porque es la que veo día a día en ellos, tanto dentro como fuera de la Iglesia. El corazón que ponen en ayudar a los otros es algo que forma parte de ellos y en esta ocasión se ha visto de una manera impresionante”, concluye.

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