Mónica Carrillo: “La parte liberadora y evocadora que me da la literatura me sirve para evadirme, me compensa, me equilibra”

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Redacción ROTATIVO / Imágenes: María Villanueva, Atresmedia, Editorial Planeta

La ilicitana Mónica Carrillo, rostro de los Informativos de Antena3 fin de semana junto a Matías Prats, ha visto ¡por fin! publicada su última novela ‘La vida desnuda’ con la que ha sido galardonada con el Premio Azorín de Novela 2020, concedido por la Diputación de Alicante. Alegre y positiva por naturaleza, cercana y muy empática, Mónica Carrillo se encuentra inmersa en plena promoción de su nueva obra, mientras nuestro país comienza a recuperar una normalidad rota abruptamente a comienzos de marzo. De todo ello, de esta nueva historia y su experiencia personal y profesional habló para El Rotativo.

Mónica enhorabuena por el Premio Azorín de Novela 2020. El primero en tu carrera literaria. Un reconocimiento que recogiste el pasado 5 de marzo a las puertas de la pandemia…

Así es. Recogí el premio el día del fallo, el 5 de marzo, en Elche, ya que es un premio concedido por la Diputación de Alicante, pero -desde entonces- no he podido volver a mi tierra, como consecuencia de la pandemia. El libro quedó confinado porque a los pocos días se decretó el Estado de Alarma y no pudo llevarse, ni siquiera, a la imprenta. Ahora, tres meses después, el 9 de junio, ha podido salir a la luz y estar en las librerías. La nueva normalidad para ‘La vida desnuda’ es que ya está a disposición de los lectores ¡tres meses después!

¿Cómo has vivido esta situación no poder presentar al mundo tu nueva novela?

La situación se acepta porque es causa de fuerza mayor y es lógico que haya quedado confinado, como el resto de nuestras vidas que han quedado paralizadas. Ha sido una coincidencia. Pero, bueno, he vivido esta situación volcada en el periodismo, que es lo que me ha tenido absorbida por completo. Mientras esperaba que pudiese dar a conocer esta novela de ficción he estado siguiendo el día a día de la pandemia y del confinamiento con las noticias de fin de semana y, lo cierto es que esta situación por la que hemos atravesado parecía -en ocasiones- que estábamos viviendo una auténtica historia de ciencia ficción con la actualidad vivida.

 ¿Cómo surge ‘La vida desnuda’?

Siempre me han gustado los secretos familiares, esos temas que todos tenemos en el seno de las familias y que pueden ser distintos de una familia a otra, incluso entre nosotros, cada uno tiene nuestros secretos y todos son muy distintos en función de dónde has nacido, nuestra educación, la familia a la que perteneces, como has ido creciendo… Siempre me ha fascinado ese mundo de los secretos y llevaba mucho tiempo dándole vueltas a esta idea. La culpa, los miedos… Todo surgió a partir de esa idea más general. Después fui tejiendo los personajes y surgió Gala que es el personaje central de ‘La vida desnuda’. A través de ella se va descubriendo toda la historia familiar llena de secretos. Una historia que arranca a partir de ese viaje que ella emprende para despedirse de su abuela que se encuentra muy enferma y es en ese viaje de apenas cuarenta y ocho horas cuando le cambia -por completo- la vida.

Has decidido en esta novela escoger el viaje como metáfora… Todo comienza con ese viaje de la protagonista para despedirse de su abuela, pero -al final- todos los componentes de la familia terminan haciendo un viaje interior, Gala también, donde se descubren aquellos secretos más inconfesables…

Me gustaba la idea del viaje porque ese viaje es un viaje evocador de ida y vuelta, dos días, pero dos días en los que cambia por completo la perspectiva de Gala. Ella también encuentra en ese viaje en tren con un personaje de las antípodas, Australia, con el que entabla una relación y una conversación en la que la propia protagonista va descubriéndose a sí misma. Vive una situación que, seguramente, no había vivido nunca con personas más cercanas… Gala regresa de ese viaje como una nueva mujer donde no solo ha cambiado hacia el exterior, sino que también lo ha hecho hacia el interior, su interior. Un viaje que, para ella, supone un cambio al descubrir que las vidas de los demás, de sus familiares, no son como ella las había vivido o comprendido, sino que todas ellas, cada uno de ellos, alberga en su interior secretos que ahora se descubren en apenas cuarenta y ocho horas. Ante esos descubrimientos y los que ella realiza sobre sí misma, la protagonista terminará tomando nuevas decisiones como consecuencia de todo ello.

¿Nos cuesta menos desnudar el alma ante desconocidos?

Seguramente sí, porque pierdes el miedo a ser juzgado, a decepcionar o a cualquier presión. Cuando uno tiene ante sí un interlocutor al que aprecia y conoce, siente miedo a defraudarle y en este caso, Gala pierde todos sus miedos ante Chris porque sabe que no le va a juzgar. Esta relación surge sin esperarlo, fluye de manera rápida, espontánea y seguramente es, porque él es un completo desconocido, lo que hace que la protagonista desnude su alma y en esa amistad descubra cual es el amor verdadero.

¿Todos tenemos una triple vida, Mónica?

Yo creo que sí. Para mí fue revelador descubrir la cita de García Márquez donde afirma que todos tenemos una vida pública, una privada y una secreta. Al descubrirla me di cuenta que era esa, precisamente, la esencia, la idea central de ‘La vida desnuda’. La esencia de todos nosotros está en esas tres parcelas: la parte pública es la que nos exponemos y en la que queremos que los demás observen de nosotros lo que nosotros dejamos ver; la vida privada que es a la que tiene acceso nuestro círculo más íntimo y, finalmente, la parte secreta que todos tenemos y donde albergamos aquellas cuestiones que hemos ido acumulando a lo largo de nuestra vida y que resulta infranqueable conocerla salvo que las mostremos, solo, a determinadas personas, en determinados momentos.

Quién lea la historia de Gala, ¿puede ver en ella el alter ego de Mónica Carrillo? ¿Tiene tu personaje algo de ti?

Cuando me enfrento a una nueva novela, el reto es tirar de imaginario y hacer que una historia que tengo en la mente sea verosímil. No trato de reflejar parte de mí en ninguno de los personajes, aunque, obviamente, siempre hay algo del autor en cada uno de ellos y de las historias que cuenta. Pero no tienen algo del autor de manera autobiográfico, sino que en ellos se puede detectar a través del prisma con el que miran su realidad que puede ser similar al de su creador. Lo que sí que realizo a la hora de crear los personajes, en cada una de las obras, es un ejercicio de empatía absoluto porque tengo que darles voz y ahí sí que tengo que meterme dentro de los personajes y escribir desde su punto de vista. Ese es el gran reto, pero para mí la literatura es la evasión… porque la ficción es la creación absoluta al crear historias de la nada.

¿Cuál ha sido tu mayor reto a la hora de crear una historia coral como la que descubrimos en ‘La vida desnuda’?

Seguramente uno de los grandes retos ha sido crear tantos personajes. Recuerdo que en mi primera novela el reto fue salir de mi zona de confort y presentarme ante el mundo con una historia que contar, ver su aceptación, ver cómo es o fue acogida; en la segunda novela tenía que conseguir esa conexión entre el autor y el lector que se había creado en la primera novela y consolidarlo y, en este caso, ha sido crear un tipo de historia en el que ya no solo hay un personaje principal en torno al cual gira toda la historia sino que el resto de historia también giran a su alrededor, en definitiva, una historia coral con muchas voces, muy distintas y todas con una historia diferente detrás. Ellos son los que abren los ojos a Gala. Incluso durante el proceso creativo de la novela me ocurrió que un personaje, la tía Julia, cobró tanta relevancia que me cogió por las solapas, adquiriendo vida propia. Gracias a ella vi como hasta la historia de Rosario creció hasta límites que, yo misma, tuve que ir descubriendo a medida que avanzaba la historia.

Tú misma viviste esa idea la experiencia que muchas veces explican los escritores sobre aquellos personajes que cobran vida propia y terminan por expresarse como quieren ajenos a la idea inicial de su creador…

¡Totalmente! Doy fe de ello. Mira, con motivo de Sant Jordi, tuve ocasión de entrevistar a Javier Cercas y me decía también eso, que en ocasiones se produce un momento en el que ves que la historia te ha atrapado y adquiere vida propia, vuela libre… Es complicado de explicar a aquel que no escribe, pero es una experiencia fantástica cuando ves cómo la historia cobra vida por sí sola, fluye, y en ese momento tú estás formando parte de ella como simple transmisora… Pero funciona y dejas volar a los personajes. En el caso de la tía Julia y de Rosario se creó esa magia y me pareció una experiencia única, muy enriquecedora, al ver cómo crecían las historias de esa manera y con vida propia.

¿Cuándo surge en ti esa pasión por la literatura?

Es difícil saber el momento exacto en el que nace porque la literatura ha estado conmigo desde siempre. Lo que sí que tengo muy claro es el momento en el que me atreví a dar el paso de escribir para mí a escribir para lo demás. Eso ocurrió a raíz de mi afición por escribir micro-relatos, aforismos, micro-poemas en redes sociales, lo cual tuvo muy buena acogida por parte de los seguidores. ¡Ya he alcanzado los setecientos micro-relatos! Y ese fue el momento en el que después de ver la aceptación en las redes sociales y comprobar que el público seguía fiel a esas creaciones, fue cuando me decidí a aventurarme en la creación de una novela, con una historia que contar, unos personajes que dibujar. Ahí fue cuando di el paso.

¿En qué autores te has fijado a lo largo de tu vida?

Desde qué comienzas a leer son muchos los autores que te van marcando en tu vida, que te van forjando el carácter, te van enriqueciendo como persona y también como profesional. Pero no solo autores literarios, en mi caso también me ha marcado, por ejemplo, la música, fundamental para mí o bien las historias de cine que también te van influyendo. Todo eso me ha ido calando, por ejemplo, me gusta desde poetas como Ángel González, Antonio Lucas o Luis García Montero por hablar de autores contemporáneos hasta Muñoz Molina o Almudena Grandes. Son muchos en los que mirarse y de los que aprender. Son muchos con los que he disfrutado a lo largo de los años.

Mónica, con una dilatada experiencia en el periodismo y una pasión como la literatura, ¿en cuál de los dos te encuentras más cómoda?

Para mí periodismo y la literatura son complementarias. Mi profesión como periodista es totalmente vocacional y, además, vivo la información de una manera muy intensa. Me encanta comunicar, contar lo que está pasando, el directo en televisión me gusta mucho, porque es algo que llevo en las venas, pero, la parte liberadora y evocadora que me da la literatura, me sirve para evadirme, me compensa, me equilibra. Creo que ambas me hacen ser una comunicadora global, que es como entiendo la comunicación. En algunos momentos puedo estar en televisión en el informativo contando las noticias, pero puedo estar en radio hablando de música, en redes sociales con micro-cuentos o en la literatura contando historias que han surgido de mi imaginario.

El hecho de ser periodista ¿te ha facilitado tener una mayor fuente de recursos para dejar volar la imaginación y que surjan nuevas historias que contar?

Seguramente sí, porque me ha facilitado ser muy observadora, curiosa, siempre me he fijado -desde muy niña- en los detalles. También he sido muy empática y eso, quieras o no, al final es una manera de ver la vida desde los ojos de los demás, desde otro punto de vista distinto al tuyo, con lo que eso sí que ha marcado mi manera de ser y mi manera de escribir.

Hemos vivido tres meses trágicos para todos. Y durante este tiempo, tú has sido una de las personas que ha entrado en nuestros hogares para contarnos lo ocurrido viviendo toda esta crisis sanitaria y confinamiento en primera línea informativa. ¿Cómo has vivido esta experiencia profesional y personal?

He tenido que vivir esa doble vertiente, sí. Como periodista lo he vivido siendo consciente de la gran responsabilidad que teníamos para contar lo que iba sucediendo, en un periodo donde había mucho interés por la información, se consumía mucha televisión tal y como así lo han reflejado los datos, y nos seguían millones de personas, lo cual es una gran responsabilidad. Pero lo extraordinario estos tres meses es que ha sido un drama sostenido y continuado en el tiempo. Por nuestra profesión, no te diré que estoy acostumbrada a contar malas noticias en muchas ocasiones, pero nunca había sido transmisora de tantas malas noticias en un tiempo tan corto, continuado y sostenido donde, por ejemplo, la cifra de personas fallecidas de cada día era un nuevo mazazo. Era como un trágico día de la marmota. Siempre estábamos hablando de esa cifra devastadora de fallecidos, de contagiados, en lo que parecía que nunca íbamos a doblegar la curva y donde tampoco teníamos una perspectiva de en qué momento nos encontrábamos. Pero, afortunadamente, llegó el día en el que se abrió la fisura y comenzó a entrar la luz y, al final, cada vez se fue aliviando la situación hasta llegar ahora, pero hay que seguir siendo cautos y responsables porque el virus sigue ahí.

Una situación así, como la que has descrito, conllevará un desgaste emocional importante…

Ante una situación así uno lo lleva como puede, pero es cierto que yo, por ejemplo, ha habido días en los que he llegado a casa rota porque es muy duro lo que estaba ocurriendo. Nosotros, por nuestra profesionalidad, tenemos que aguantar y contarlo, pero obviamente es duro. Por otro lado, también lo vives como el resto de ciudadanos, pues cuando no iba a trabajar también estaba confinada sin ver a mi familia, a mis amigos y con las incertidumbres que todos hemos tenido en el transcurso de este confinamiento y crisis por la pandemia.

¿Tú crees que la pandemia ha desnudado secretos inconfesables de nuestra sociedad?

Yo creo que sí. Ha dejado al desnudo algunas carencias y ha dejado al descubierto algunos errores que hemos cometido y que no hemos sido capaces de anticiparnos a lo que venía. No lo supimos ver. Pero en cualquier caso me gusta hacer una lectura positiva y ahora sí que sabemos lo que viene. Sabemos que hay un rebrote, y lo sabemos los ciudadanos, los medios de comunicación y los líderes políticos. Ahora es cuestión de ser responsables todos porque ahora no va a valer la excusa de que no sabíamos a lo que nos enfrentábamos. Ahora sí que lo sabemos, por lo que toca ser responsables y cumplir cada uno con nuestra parte.

¿Hemos aprendido algo de esto?

Espero que sí. Confío en que sí. Lo vivido merece un ejercicio de reflexión y de mirarnos hacia dentro y hacia afuera. Desnudarnos y ver lo que es verdaderamente importante. Ante esta situación ha quedado al descubierto lo que es esencial y creo que sí que va a suponer un aprendizaje para cada uno de nosotros, aunque también es cierto que tendemos a olvidar pronto y a adaptarnos a las nuevas circunstancias muy rápido como si no hubiese pasado nada, pero no hay que olvidar. Hay que tener memoria.

Cuando te dejen libre tus obligaciones, ¿dónde te vamos a encontrar?

¡En mi tierra, en Elche! En mi tierra, con mis padres, mis amigos… Necesito volver a casa y tener esa toma de tierra. Necesito el Mediterráneo, la calma, recuperar mis raíces… ¡la terreta que tira molt!