Fundación Pablo VI analiza la economía pos-COVID-19 con Antonio Garamendi y monseñor Joseba Segura

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Redacción ROTATIVO / Imágenes: Fundación Pablo VI

La Fundación Pablo VI ha celebrado un nuevo encuentro virtual dentro del ciclo especial de Foros de Encuentros Interdisciplinares donde se están abordando los retos que plantea el mundo tras la pandemia de COVID-19. En esta nueva edición se ha debatido en torno al impacto de la COVID-19 en la economía mundial y en España, así como su incidencia en las relaciones laborales y sociales, en el teletrabajo o cómo puede variar la cultura empresarial o sindical como consecuencia de esta crisis sanitaria. Unas cuestiones que fueron abordadas por el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, y el obispo auxiliar de Bilbao y economista monseñor Joseba Segura en un diálogo moderado por Mariano Guindal, periodista especializado en Economía, y Jesús Avezuela, director general de la Fundación Pablo VI.

“El ingreso mínimo vital no perturba el mercado de trabajo, sino que llega a personas que están fuera del mercado de trabajo y que están en lo que se ha dado en llamar pobreza severa”, así se refirió monseñor Segura al hablar sobre el Ingreso Mínimo Vital (IMV) aprobado recientemente en España como medida para paliar los efectos de la crisis sanitaria. Una afirmación defendida, según el prelado, atendiendo al comportamiento y desarrollo de la Renta de Garantía de Ingresos (RGI) que desde hace treinta años existe en la comunidad autónoma vasca, “si nos fijamos en quienes han dispuesto de esta ayuda en la comunidad autónoma vasca nos encontramos con que esta renta no está desincentivando la búsqueda de empleo puesto que la cuarta parte de las personas que la reciben son pensionistas que lógicamente están fuera del mercado de trabajo y cuyas pensiones no llegan para poder vivir con dignidad”. “Además, la reciben personas que en un 20% están trabajando en precario, un 12% de personas que son las más vulnerables, además de las familias monoparentales y mujeres con hijos que tienen una dificultad muy grande para poder hacer un trabajo normal. Lo que hace la renta es que personas que no pueden vivir con dignidad tengan un mínimo para poder vivir con la dignidad que merecen”, afirmó.

“El ingreso mínimo vital no perturba el mercado de trabajo, sino que llega a personas que están fuera del mercado y que están en lo que se ha dado en llamar pobreza severa”

En este sentido, y al hilo de lo expuesto por parte del prelado, Antonio Garamendi destacó que desde la patronal “no nos hemos planteado decir que no al Ingreso Mínimo Vital pero sí que es verdad que éste tiene que ir orientado hacia la empleabilidad, de ahí que siempre hemos planteado la medida como una cuestión que atienda a la coyuntura del momento, hasta diciembre, y que a partir de enero se aborde esta cuestión como una medida estructural y, como tal, debatirla a través del Pacto de Toledo”. Incidió también en la necesidad de trabajar “en no saltarse la norma y evitar el abuso de la medida, puesto que podría alentar a la economía sumergida, un problema que va en contra del sistema de trabajo”.

Durante el encuentro virtual, Garamendi y monseñor Segura reflexionaron en torno a la incidencia de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) en la tasa de desempleo ante la crisis económica que se avecina. De este modo, el presidente de la CEOE no dudó en defender la idoneidad de la medida, dada la crisis sanitaria, ya que a su juicio “con los ERTE se ha logrado proteger el empleo, ya que en una situación como la que hemos vivido, muchísimas personas que ahora están en un ERTE lo más seguro que estarían en el paro y esta situación sería un drama mayor”, afirmó. “Los ERTE son consecuencia de esta crisis por la COVID-19 que ha llevado al cierre de empresas y negocios por orden administrativa”.

A su juicio, “empresas que han cumplido siempre con la Seguridad Social, con las leyes, con los impuestos se han visto de la noche a la mañana obligadas a cerrar y si no es por estos ERTE algunas empresas habrían quebrado y, si quiebran las empresas la situación aún sería más complicada…”.  Sobre la posibilidad de alargar la temporalidad de los ERTE fijada hasta junio, Garamendi destacó el interés de los empresarios por alargar este periodo de tiempo: “Más de tres millones de personas están actualmente en ERTE y para nosotros es fundamental poder prologarlos hasta diciembre en aquellos sectores más afectados por la crisis, como puede ser el sector servicios, pero también la educación o la propia industria”.

En la actualidad, los expertos en economía señalan que la gravedad de la crisis sanitaria y sus consecuencia sociopolíticas, económicas y culturales se va a notar de manera inminente en las próximas semanas, hasta el punto que incluso pueda conllevar una reformulación de la llamada cultural empresarial y sindical. Al hilo de esta cuestión, monseñor Segura destacó que este tipo de cambios “serán progresivos, aunque todo depende de la historia de cada país y sus características. En España se viene de un planteamiento de confrontación entre empresa y sindicatos, con intereses diversos y negociaciones duras… Yo personalmente creo que hay otras opciones y entre ellas está la de crear confianza, que exista una transparencia en la información económica y que incluso se plantee la posibilidad de que los sindicatos también entren a formar parte activa del proceso de decisiones de la empresa. Hay un recorrido largo en este sentido donde debe prevalecer la confianza y trabajar en la dirección de una cooperación entre empresa y sindicatos”. Sobre esto, Garamendi incidió en que para ese cambio de cultura empresarial y sindical es necesario el diálogo “a nivel nacional; el diálogo social es la mejor infraestructura que tiene un país porque es la paz social y de hecho es lo que hemos vivido. En España hay en torno a cinco mil mesas abiertas de negociación colectiva que es donde realmente se abordan las cuestiones, y funcionan. También debemos apostar por la transparencia, pero transparencia en todo y lealtad por las dos partes”.

«El diálogo social es la mejor infraestructura que tiene un país porque es la paz social y de hecho es lo que hemos vivido»

Junto a estos tres cuestiones, Ingreso Mínimo Vital, ERTE y cultura empresarial y sindical, los dos participantes abordaron otros aspectos que la crisis sanitaria ha visibilizado de una manera más clara, como la digitalización del trabajo, las nuevas tecnologías en las empresas y la posibilidad de que el avance tecnológico propicie una destrucción de puestos de trabajo. Monseñor Segura destacó la oportunidad que ha supuesto esta crisis para “revalorizar trabajos básicos que hasta este momento no se habían considerado importantes y a los que hay que atender”. Por su parte,  Garamendi resaltó la necesidad de una mejor formación y más cualificada para poder hacer frente a la irrupción de un nuevo modelo económico. “Actualmente hay que tener en cuenta para el futuro inmediato la dualidad del empleo y hay que volver a poner a la persona en el centro de la empresa para lo cual también es necesario una buena formación. Cuando hablamos de precario hablamos de que no tiene empleabilidad porque no tiene aptitudes y es por eso por lo que debemos apostar por la formación, por una formación dual, por una formación continua en las empresas y en los empleados. La formación es la única vía real para acabar con las desigualdades”, afirmó.

El encuentro abordó también el vuelco que ha supuesto para la economía y el sistema laboral la irrupción del teletrabajo durante el confinamiento, una realidad en la que se encuentran inmersos un tercio de los trabajadores. “Creo que el teletrabajo ya tenido un impulso positivo en este tiempo. Venimos de una cultura presencialista en el mercado laboral”, afirmó monseñor Segura, “y el teletrabajo ha dado una flexibilidad para adaptarnos a nuestra realidad inmediata”, destacó. “Pero se debe regularizar para evitar una fragmentación de la experiencia laboral, perdiendo ese componente relacional que tiene en sí mismo el trabajo para el ser humano, así como el caer en una precarización de algunos trabajos ya de por sí precarios”, apuntó el prelado. Una reflexión que Garamendi reforzó apuntando, además, que el teletrabajo “es positivo porque ayuda a la conciliación familiar, pero caer en un atracón de teletrabajo tampoco es bueno ni para la persona ni para la propia empresa porque se pierde una esencia como es esa relación personal entre los miembros de la empresa, que son claves para la consecución de objetivos más allá de los resultados del Exce”. “Veo el teletrabajo como un complemente que va a ayudar a nuevos trabajos, pero como medida estructural hay que sentarse, dialogar, estudiar cada situación”, añadió.

Finalmente, la destrucción de empleo como consecuencia del propio teletrabajo, de la inteligencia artificial y de la inclusión de la robótica en la empresa e industria fueron otros aspectos sobre los que reflexionaron tanto monseñor Segura como Garamendi, coincidiendo ambos en la necesidad de que todos puedan hacer frente y adecuarse a estos avances tecnológicos para procurar que nadie pueda quedar descolgado en el avance de la sociedad pos-COVID19. “España”, afirmó Garamendi, “tiene que invertir el doble en innovación, que es la clave para el desarrollo del tejido empresarial y de la sociedad en general. Tenemos que ser creativos, hay que buscar unidad de acción en el futuro desarrollo y hay que apostar por todos, no podemos dejar a nadie atrás, el empleo es un derecho y es un elemento fundamental en el crecimiento y desarrollo del ser humano”, concluyó.

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