Víctor del Árbol reflexiona en el CEU sobre la violencia y la pobreza

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G. Farré / Castellón

La Universidad CEU  Cardenal Herrera celebró ayer una charla en la que la literatura y la economía iluminaron la pobreza, la marginación y la violencia. Se trata del segundo ciclo ‘Realidad y Ficción’,  un acto enmcarcado en las celebraciones del décimo aniversario del centro CEU de Castellón y que en esta edición contó con la participación del escritor Víctor del Árbol, ganador del premio Nadal 2016 por novelas de género policíaco, y de Enrique Lluch, economista y profesor en la CEU-UCH y técnico del estudio sobre pobreza en España de la Fundación FOESSA de Cáritas.

José María Mira de Orduña, coordinador del centro universitario en Castellón, explicó que aunque el tema escogido gira alrededor de la violencia, el enfoque es desde la belleza, la verdad y el bien. Por eso la aproximación desde la ficción propia de la literatura y la realidad aportada por la ciencia económica: “Ambas perspectivas dan a un problema social una comprensión más global”.

Víctor del Árbol admitió que la violencia está presente en la literatura desde sus inicios porque forma parte de la persona, aunque haya ido evolucionando según las épocas.  “Cuando el ser humano se enfrente a sí mismo, se pregunta qué sentido tiene su existencia y resiente desesperación”. Ante esta situación “la literatura nace de la voluntad de reflexionar sobre lo que causa el dolor”.

El profesor Enrique Lluch por su parte, reivindicó una economía que cambie de paradigma para atender a los necesitados. “Los sistemas económicos están hechos por la sociedad, y el nuestro se creó con el objetivo de aumentar la producción. Adam Smith planteaba que así se podría solucionar la pobreza. Y entre 1860 y 1960 se ha duplicado el Producto Interior Bruto por persona, y en los últimos 50 años se ha triplicado. Pero siguen habiendo 700 millones que pasan hambre y 2.000 millones que viven bajo el umbral de la pobreza”.

La razón, según comentó el economista, es que el sistema promueve el egoísmo y se priorizan los que producen, rechazando a los que no aportan al crecimiento. Por eso, aseguraba, es necesario cambiar el objetivo económico: “No puede seguir siendo aumentar la producción, porque los recursos son limitados. En vez de tener más entre todos, hay que cambiar a que todos tengan al menos lo suficiente, la competición por la colaboración, el estilo de vida. Entonces la prioridad será el pobre”.