Luis Francisco Esplá: «Me debo a la historia que he escrito en el toreo»

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Jaime Roch / 2º Periodismo

Gallista y goyesco. Torero soberbio y novelesco. Artista consumado y caballeresco con una personalidad mítica. De formas exquisitas fuera de las limitaciones normales. La tauromaquia del alicantino es un museo de detalles. Luis Francisco Esplá, melómano, pintor e ilustrador, conferenciante y licenciado, llevaba siete años apartado de los ruedos sin pretensión de volver, pero este año, en la plaza francesa de Arles, se ha vuelto a poner el vestido de luces. Fue el 10 de septiembre, junto a Morante de la Puebla y Juan Bautista. Un diestro que es un símbolo con un toreo lleno de simbología. Maestro con una sombra amplia y por ende, de imposible olvido.

Pregunta. ¿Por qué vuelve a los ruedos?

Respuesta. No es una vuelta, es un coqueteo con el toreo por pura vanidad. En un principio, Juan Bautista me ofreció decorar la plaza de toros y, para redondear más el acontecimiento, me propuso torear en ese festejo. No concebía volver a los ruedos pero me lo pensé durante quince días y llegué a la conclusión de que la fecha reunía muchos ingredientes especiales para acceder.

P. ¿Y qué le movió a acceder?

R. Acepté la propuesta porque me motiva crear una atmosfera en una plaza de toros como Arles y ser parte de ella. Participo de un acontecimiento que yo mismo he creado.

P. ¿Tiene miedo a engancharse al toreo?

R. No tengo ninguna pretensión. Lo tengo muy claro. Defraudar las expectativas de la gente es el argumento que más me intranquiliza.

P. ¿Le preocupa defraudar después de más de treinta años como figura del toreo?

R. Tengo una página escrita en la tauromaquia que creo que está justificada y llena de honradez, por eso, me debo a ella y quiero mantenerla intacta. Creo que nunca he defraudado a la gente que ha venido a verme a una plaza.

P. ¿Ha tenido ofertas?

R. Sí, algunas de ellas muy suculentas. La empresa de la plaza de toros de Alicante me ofreció torear con José Tomás y José Miguel Arroyo, “Joselito”, para hacer una corrida especial con motivo de la difícil situación que atraviesan los toros en la ciudad. También me han propuesto participar en la corrida cervantina de Alcalá de Henares y en algunos festivales como en el de las Islas Azores. A todo he dicho que no porque no quiero que me vean hasta que toree en Arles, que será un evento que pertenecerá al capítulo de lo especial.

P. Después de siete años retirado, ¿ha toreado algo?

R. No, hasta este año. Tenía tan abandonada la pretensión de volver que no quería pensar en la posibilidad de volver a vestirme de luces. En algún tentadero con mi hijo me han dicho que coja la muleta pero nunca he accedido y también algún amigo ganadero me ha querido encerrar un par de vacas pero no lo he visto oportuno durante este tiempo porque le hacían más falta a cualquier chaval que a mí.

P. ¿Cómo siente el toreo Luis Francisco Esplá?

R. Lo que me hizo ser torero fue un aspecto etológico. La posibilidad de crear con un animal, de poder perpetrar su cosmos, de interpretarlo y de darle forma es lo que más me fascina de la tauromaquia. De hecho, decían que yo no tenía sustancia ni arte cuando toreaba pero en aquel momento no me interesaba.

P. ¿Y qué le interesaba?

R. Darle al toro, sin su voluntad, la dimensión que le correspondía. El toro es como la naturaleza porque cuando la manipulan hay una tendencia al caos. El toro cuando sale a la plaza tiende a desorganizar todo, es decir, a coger y matar. La labor de girar poco a poco esas pretensiones y convertirlas en arte es el toreo. Me parece sublime crear con un material que se muere cuestionando la creación. Detrás del toro hay muchas cosas como el peso o la fuerza que complican el argumento.

P. Sin embargo, el toreo no es el principal eje de su vida.

R. No, pero yo la tauromaquia la he vivido como el Tao. Cuando entro en esa dimensión del toro, con mis entrenamientos y mis responsabilidades me transformo. Hay aspectos emocionales mucho más intensos y diversos que esa historia con el toro como por ejemplo, mi relación con la pintura o con las artes.

P. Si no hubiese sido torero, ¿qué profesión hubiera elegido?

R. Algo muy fuerte emocionalmente que me hubiese tenido en contacto con la naturaleza y, sobre todo, con los animales. Quizá cazador profesional en África. Hay una experiencia entorno a los animales que se vive con el toreo o la caza en la que se desciende a lo más básico del ser humano para tratar de interpretar al animal que va a ser toreado o cazado. Es un tránsito que me fascina porque se abandona ese componente intelectual y es solo pura intuición.

P. ¿Dónde radica la diferencia entre las personas y los animales?

R. El ser humano es capaz de ritualizar lo que el animal no puede hacer. Somos capaces de crear arte, de conmovernos a través de nuestras emociones. La gran diferencia es que somos conscientes de nosotros mismos. Por eso, cuando descendemos a lo más básico, sabemos lo que hacemosmientras que los animales siempre están en el mismo estrato y no se plantean salir.

P. Atendiendo a lo que dice, ¿le preocupa el animalismo que hay en la sociedad?

R. Lo que me preocupa es la interpretación de la naturaleza tan pueril e infantil cuando, en realidad, es de una crueldad increíble. La infantilización de la naturaleza sí que me preocupa porque refleja esa necesidad de hacer abstracción del dolor, de ahuyentar la muerte y maquillarla. Ahora alejamos todos estos elementos con los que ha convivido el ser humano cuando estaba cerca de la naturaleza porque evidencian nuestra condición humana y parece ser que a esta sociedad no le interesa vivir pensando que es un ser finito.

P. ¿Por qué la naturaleza es despiadada?

R. Es algo que la gente no lo sabe. La naturaleza es violenta pero no cruel porque obedece a un instinto. Los animales cuando matan no lo hacen con la precisión del ser humano. Siempre hay mucho dolor en esas acciones y por eso la naturaleza es muy dura.

P. ¿Gallista o belmontista?

R. Gallista porque a mí me interesa mucho más la técnica aunque reconozco la importancia de Juan Belmonte. Me conmueven más los toreros que no están en mi línea, como puede ser Morante de la Puebla, porque los que sí que están, como buscan lo mismo que yo, es más difícil que me emocionen. El concepto que me han inculcado se acerca al que interpretó Joselito ‘El Gallo’. Esa difícil facilidad, es decir, hacer que aquello pareciese un cosa muy sencilla al alcance del espectador.

P. ¿Qué es lo que más le llama la atención de Joselito ‘El Gallo’?

R. La obsesión por dominar y la forma de vivir la profesión hasta las últimas consecuencias. Me fascina la capacidad de someter no solo al toro sino también de controlar el sistema del toreo. Su empeño por las plazas monumentales era el reflejo de querer estar en la cima. De hecho, lo manejaba absolutamente todo porque decía qué toreros podían torear con él y en los contratos incluía quién lo podía substituir y quién no.

P. ¿De qué fuentes ha bebido Esplá?

R. Soy ecléctico pero cuando empecé a ser torero me dejé llevar por la fascinación de los toreros de los años 50, sobre todo, en su forma de moverse dentro y fuera de la plaza. Cuando he ido creciendo en el mundo del toro me he dado cuenta de que no debía de imitar a aquellos toreros que no estuviesen dentro de mi línea. Estaba en la línea de Luis Miguel Dominguín o Paco Camino. Sin embargo, Pepín Martín Vázquez, tan lejos de mi concepto, ha sido mi torero.

P. ¿Cómo digiere que digan que Goya fue antitaurino?

R. También dijeron que era homosexual, afrancesado y que tuvo pulgas pero es todo mentira. Lo único cierto es que era sordo. He leído mucho sobre Goya y conoce perfectamente al toro porque en sus conversaciones de juventud ha sido parte importante de sus diálogos. En todos sus grabados taurinos nos muestra la técnica y los conocimientos del toreo.