Carlos R. Braun: «No me parece que la gente sea ignorante en economía»

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El Profesor Carlos Rodríguez Braun es un economista hispano-argentino y catedrático de la Universidad Complutense de Madrid. Es autor y coautor de multitud de libros sobre economía y algunos de los más recientes han sido Economía para andar por casa y Más economía para andar por casa, de la editorial LID Editorial Empresarial. Así mismo, es colaborador asiduo de la cadena Onda Cero en los programas de actualidad como ‘Más de Uno’ con Carlos Alsina y en La Brújula. «Igual que el desgraciado Sr. Hyde, yo también tengo una doble vida», asegura en su página web donde a diario mantiene informados a sus lectores con su opinión sobre la economía diaria.

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El profesor Carlos Rodríguez Braun. / Foto: C.R

Pregunta. Pregunta obligada, ¿cómo está, a pesar del Gobierno?

Respuesta. Estoy bastante bien, a pesar del Gobierno, y gracias a Dios.

P. Junto a otros autores ha escrito Economía para andar por casa, que más tarde amplió a Más economía para andar por casa, ¿está la sociedad tan verde en economía como alguos dicen?

R. No me parece que la gente sea ignorante en economía, desde luego no más que muchos economistas. Escribimos esos dos libros cuatro compañeros de OndaCero: Olvido Macías Valle, Ignacio Rodríguez Burgos, Pedro Pablo González y un servidor. Nuestra idea no fue tanto enseñar lo que la gente no sabe sino condensar el conocimiento general sobre las preguntas más habituales que se hacen las personas sobre economía. Y nos debe haber salido bien porque el público respondió con generosidad y hemos vendido muchos ejemplares tanto del primer volumen como del segundo.

P. ¿Qué tiene que tener una persona para considerarse ‘liberal’?

R. Paciencia y modestia. Paciencia para defender ideas que son objeto de sospecha, empezando por la propiedad privada y los contratos voluntarios. Y modestia para reconocer que los antiliberales igual tienen razón. Después de todo…son muchos más.

P. ¿Cómo realiza sus canciones económicas?

R. Desde luego no pretendo embaucar a nadie, porque embaucar en nuestra lengua significa “Engañar, alucinar, prevaliéndose de la inexperiencia o candor del engañado”. Sí es verdad que muchas canciones económicas aspiran a embaucar con el pensamiento antiliberal más convencional. Otras en cambio, no. La idea de las canciones económicas me rondaba desde hacía tiempo, pero la concreté a finales del verano de 2012. Hablé con Carlos Alsina para proponerle la sección para la temporada que empezaba en septiembre. No lo dudó ni un segundo. Me dijo: “Empiezas el próximo lunes”. Y desde entonces ahí está la sección, todos los lunes. Por cierto, las canciones, salvo la primera, que fue, lógicamente, Taxman, de Los Beatles, están aquí: http://www.carlosrodriguezbraun.com/canciones-economicas/

P. Como liberal, ¿qué opinión tiene sobre los impuestos?

R. Los impuestos son la expresión paradigmática de la coacción política y legislativa. Para que dicha coacción no sea resistida masivamente debe ser presentada y asumida como legítima, y los impuestos no deben ser identificados con el robo. Ahora bien, dado que ambos se parecen, porque infringen la propiedad privada, el esfuerzo para demostrar la licitud de los impuestos ha sido tan ímprobo como milenario, y se ha redoblado en el último siglo con el acusado incremento de la presión fiscal. Pese a estos intentos, y a las estratagemas para subrayar el mérito del gasto público mediante la mistificación del Estado del Bienestar, y para ocultar las exacciones tributarias con otro brillante artificio: las retenciones, el balance de los impuestos no ha resultado universalmente satisfactorio ni para los infelices que los pagan ni para los voluntariosos que los justifican. Una forma clásica de justificarlos es asimilarlos a un compromiso contractual, típico generador de derechos y obligaciones. De ahí la idea del contrato social, bella y perdurable fantasía que oculta el hecho de que el Estado no es ni fue producto de un contrato, y no puede serlo: es insostenible la noción de un contrato que toda la comunidad se ve obligada a firmar.

P. ¿Yque me dice de cuando se habla de los deberes y  derechos del ciudadano?

R. Otras falacias similares son las que alegan que el Estado garantiza libertades y derechos: es difícil que garantice la libertad lo que es coactivo por definición, sin brotar de acuerdos voluntarios, y tampoco puede garantizar derechos quien los confiere, puesto que por esa misma razón puede violarlos; es más, dada la distorsión perpetrada en la noción de derecho a través de los llamados derechos sociales, esa violación es imperativa. Una solución que suele esgrimirse ante estas dificultades es que el Estado es benéfico si es justo, pero la forma de cohonestar coerción y justicia es el clásico suum cuique, a cada uno lo suyo, es decir, lo contrario de lo que el Estado ha hecho en realidad: no ha salvaguardado la propiedad de cada uno, sino que ha crecido y quebrantado legalmente las mismas libertades y los mismos derechos cuya protección fue supuestamente su raison d’être. No parece, por tanto, que leyes de este tenor sean justas, con lo que no pueden ser garantía de libertad. Las cálidas ficciones a propósito del Estado y los impuestos se han multiplicado en nuestro tiempo con la generalización de la democracia, que constituye una importante fuente de legitimación del poder a través de diversas nociones de magra solvencia tales como: en democracia el poder no puede abusar, al ser reflejo de la soberanía popular; todo lo que un parlamento democrático legisle es inobjetable en el fondo; y el poder democrático ha de cumplir numerosas misiones que son a la vez plausibles y avasalladoras de la libertad y la propiedad de sus súbditos. Hace más de un siglo el juez Holmes proclamó: ‘Los impuestos son el precio que pagamos por la civilización’. Pero ni son un precio ni los pagamos a cambio de nada.”
Esto es nada más que la introducción. Continúa en el libro Impuestos para todos los públicos, de F. J. Delgado Rivero y R. Fernández Llera (eds.), Madrid, Pirámide, 2013, págs. 293-296.

P. ¿Elegiría algún país como modelo a seguir, económicamente hablando?

R. No. Esto no quiere decir que todos los países sean iguales, porque es evidente que a la hora de respetar los derechos y libertades de las personas no es lo mismo España que Corea del Norte. Por eso los ciudadanos viven mejor en todos los sentidos en la primera que en la segunda. Y eso, por supuesto, no significa que debamos felicitarnos por ser súbditos de Rajoy y Montoro, ni mucho menos. Por tanto, más que países modelo, lo que podríamos pensar es en situaciones concretas, sectores y medidas específicas de cada país, que respeten más o menos la libertad. Y apoyarlas y rechazarlas en consecuencia.

P. ¿Cambia su manera de ver la economía cuando es profesor a cuando es colaborador en medios de comunicación?

R. La forma de verla no, pero la forma de contarla sí. Es evidente que no es lo mismo una clase, una conferencia, un artículo en una revista académica, un ensayo, o un libro, que un artículo en un periódico o una intervención en la radio o la televisión. En los primeros se puede, y se debe, entrar en matices y refinamientos analíticos y técnicos que resultan imposibles en las segundas. Quizá lo más importante, tanto si uno es profesor como si es periodista, es tener en cuenta que de verdad, de verdad de la buena, no sabemos nada.

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