La mañana ha empezado buscando el despacho de Lucrecia; no siempre es fácil encontrar el despacho de algún compañero “alojado” en el Seminario.

Por fin llegué al diminuto espacio del tercer piso donde Lucrecia desarrolla toda su actividad científica, investigadora y docente. Rápidamente queda patente que su trayectoria y actividad es extensa y rigurosa.

Sinceramente, esto no ha sido una entrevista. Ha sido una larga charla amena, fluida, intensa, vacía de silencio. Una charla que ha girado en todo momento en torno a la creatividad, y en la que, así lo creo, hemos encontrado infinidad de puntos comunes, búsquedas de equilibrios, y proyectos de futuro.

De hecho, hemos hablado del presente, del futuro y del pasado, hasta el punto de remontarnos a la infancia, a esos momentos en los que empiezas a definir tus gustos, tus pasiones, tu vocación. Lucrecia todavía recuerda su primer premio de pintura: los concursos infantiles de El Corte Inglés. Entrañable. También me cuenta cómo desde siempre ha querido aprender las técnicas, las metodologías. Cómo su afán por el aprendizaje se ha ligado también con su afición, con su vía de desconexión.

Lucrecia Moreno, es profesora agregada del Departamento de Farmacología. Toda su vida la ha dedicado a su formación, desarrollo científico, investigador y docente. Estudiante de Farmacia, becaria del Departamento de Medicina y postdoctoral en el CSIC, y desde el año 2000 miembro de la CEU-UCH. Sin embargo, durante toda su vida ha compaginado esta actividad con su gran pasión, además de su desahogo y terapia, el arte: la pintura.

Y sobre estas vivencias, experiencias, idas y venidas, y trayectorias ha girado toda nuestra charla.

Una trampa provechosa

De un modo u otro, se me pasa por la cabeza que alguien nos ha tendido una trampa. Una trampa provechosa, sin embargo. Lucrecia y yo no nos conocíamos hasta ahora, y es increíble descubrir tanto paralelismos en tan solo una hora. En algún momento determinado de nuestras vidas, ambas debimos decidir entre A y B, siendo A y B polos completamente opuestos. Lucrecia eligió A, la ciencia. Yo elegí B, la creatividad. Y sin embargo, a lo largo de toda nuestra vida y experiencia hemos tendido a buscar el polo que nos faltaba, que nos completaba como personas, que nos equilibraba.

Ha sido como mirarse en un espejo, igual pero a la inversa. Y si Lucrecia me lo permite, identificarse claramente en alguien, comprender oyéndolo en otro, muchas de nuestras búsquedas y necesidades. Curioso y enriquecedor.

Oír hablar a Lucrecia sobre las sensaciones, experiencias y satisfacciones que le aporta el hecho de pintar es fantástico. Descubres, hablando con ella, la importancia que esos momentos robados a su actividad profesional y personal, tienen en su vida.

Tal y como ella comenta: “Lo importante para mí no es el resultado, no es el cuadro acabado, es el proceso, la inspiración de las cosas que me rodean, lo que encuentro paseando por el campo…en definitiva, el proceso creativo”.


De hecho, tampoco le preocupa en exceso la exhibición de su obra, de su trabajo. Prácticamente hasta ahora, sus pinturas han sido contempladas y disfrutadas tan sólo por sus amigos, sus familiares. Pero tengo la sensación de que una vez superados varios de los retos importantes inminentes que tiene, lo hará. Una vez superadas las etapas de aprendizaje, desarrollo, de encontrar la vía de expresión personal, asentadas las claves de tu propia creatividad, queda el paso siguiente, propio de todo artista, la exposición/exhibición ante los demás.

Además este encuentro, como todos los encuentros que trascienden de lo puramente estipulado, ha permitido rápidamente disparar la creatividad, imaginar proyectos comunes, actividades de encuentro, transversalidades de perfiles inicialmente opuestos. Estoy convencida de que esta entrevista va a permitir que se abran espacios nuevos de actividad, proyectos creativos ligados a nuestro día a día, propuestas diversas y enriquecedoras para nuestros alumnos, y para nosotras mismas.

No creo que pase mucho tiempo para que podáis ver las consecuencias de esta charla absolutamente creativa. Lucrecia, un placer, sinceramente.

 

 

 

 

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