begoña y amparo 1Martes 19 noviembre, un frío que pela, y se me ha encomendado (con mucho agrado, por cierto) entrevistar a la directora del Colegio.
Subo las escaleras, me dirijo con un poco de nervios (ya se sabe… despacho de la directora; me he portado bien, pero es el despacho de la directora…).
Llamo a la puerta y me encuentro un despacho cálido, presidido por un ambientador que me embarga y que oso, con la gracia que me corresponde, preguntar de dónde es. (De siempre me ha gustado recordar situaciones a través de determinados olores y, aún mientras escribo la entrevista, me da la sensación de que el ambiente huele como allí)
Nos sentamos y, casi sin darnos cuenta, nos sentimos relajadas.
Tras ubicarme, ella, en mis actuales funciones en la Universidad: “Un, dos, tres probando… ¿Se graba? Sí, se graba”. Van avanzando los segundos y ¡comenzamos!

Amparo, para que la comunidad universitaria se sitúe mejor. ¿Cómo llegaste al CEU y hace cuánto tiempo?

Pues fue en septiembre de 1987, hace algo más ya de 26 años, después de acabar Filología Hispánica y de haber presentado mi currículum para intentar (en aquel momento más afortunado que hoy en día) trabajar aquí. Y tras unas entrevistas terribles, necesarias también, pero terribles (sonríe) con don José María Espinosa y don Luis Berenguer, accedí a mi primer día de clase. Fue de la mano de Vicente Lozano, que me introdujo en un aula y me dijo: “Esto es empezar a trabajar”. Hace ya muchos años de aquello…

¿Antes de ser directora ejerciste mucho tiempo como docente?

Sí. Y aún  lo hago ahora. He dado clase de valenciano a alumnos de todos los niveles desde primero de ESO hasta Bachillerato. Además he sido tutora de diferentes niveles, coordinadora  de Secundaria y de Bachillerato, jefa de estudios… Antes de asumir la dirección he pasado por toda la experiencia del colegio, lo que me ha hecho conocerlo desde las entrañas.

¿Y cuál de las dos facetas, docencia o gestión, te hace más feliz?

Mi vida es el aula, yo disfruto allí. La broma entre el equipo directivo es: “Me voy a relajarme, me voy al aula”. Porque los alumnos te hacen aprender, cada día disfrutas con ellos. Es verdad que tú les transmites todo aquello que vives y has aprendido, pero ellos te ayudan muchísimo. Lo más bonito y divertido es dar clase, esto es así (muy segura).

Y la gestión tiene sus problemas y dificultades ya que, aunque también pueda ser muy satisfactoria, dirigir un grupo tan grande de gente a veces es complicado.

Así que es mucho más grata la docencia, ¡sin duda!

¿Cómo viviste personalmente asumir la dirección? ¿Lo intuías?

No. Sabía que había un proceso de cambio, hacía un tiempo que se estaba gestando. Y me llevé una alegría enorme cuando fue Rosa (Visiedo) la que iba a ostentar el cargo de rectora. Una mujer como rectora, recuerdo que lo expresé así: “Hay que tener agallas”.

Y la posibilidad de que hubiera una vacante en el colegio no nos la planteamos hasta que Vicente dijo que lo dejaría para asumir la gerencia.

Es cierto que hubo mucho alboroto pensando en quién podría venir, pero no pensé jamás que iba a ser yo. En el momento en que se me llamó para ofrecerme la posibilidad la verdad es que no sabía qué responder. Aunque sí que sabía que contaba con un buen equipo y un apoyo incondicional de la gente que trabajaba en el colegio, y que no iba a estar sola.

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¿Y ha sido así?

Sí. Por eso ha sido relativamente sencillo. Y, además, conocer el colegio, como me pasaba a mí, es muy importante. No solo había tenido la oportunidad de ejercer como docente sino que, estando en el equipo directivo, todos decidimos sobre todo, así que ya conocía lo que estaba sucediendo en Primaria, Infantil, Bachillerato… En el colegio lo intentamos hacer todo en conjunto para poder siempre dar respuesta a un problema que puede surgir en cualquier nivel educativo, y esto favorece muchísimo, no te deja nunca sin saber  bien lo que puedes hacer y cómo.

Además, la dirección del colegio es un reto muy bonito porque cada día me levanto con ganas de seguir luchando, a pesar de esta complicada coyuntura,  para buscar la excelencia de nuestros alumnos.

¿Qué imagen crees que proyectas de cara a los alumnos?

Intento ser primero docente, y creo que ellos me ven como su profesora y la cercanía que eso da creo que es impagable. La posibilidad de saber el día a día de los alumnos, de ver que cómo están  y cómo les va es prioritaria… Creo que me ven como una profesora más en la que confían, al menos eso espero, y como una persona a la que además pueden ir a ver al despacho, y con la que hablar sin la distancia que supone un cargo que impone…

Por otra parte, claro, saben que son los alumnos y nosotros los profesores, y que hay unos roles y una normativa.

Yo tengo dos hijas en el colegio y me llama la atención que cuando nos cruzamos contigo por el pasillo, la mayor me aprieta la mano y me dice que eres la directora. Con admiración, pero también con confianza…

(Sonríe). Por lo menos lo intento, porque es lo que me gusta. Me preocupan no solo mis clases, sino también estar en otros momentos con ellos, como en el descanso y la comida.

Piensa que yo estudié por estar con mis alumnos, no pensaba estar en un despacho. He estado mucho con ellos fuera del centro: en salidas y campamentos. Y siento lo que sienten, pienso lo que ellos piensan y actúo de la manera que pienso que ellos necesitan.

Estar con ellos es muy bonito, te llena. De vez en cuanto tiene sus problemas, es verdad. Porque educar es una tarea muy ingrata, ya que cuando acaba el proceso se van y ya no los ves. Pero todo comienza cada año ¡y es tan bonito! ¡Disfrutas tanto! Es mi relax, mis dos horas diarias de entrar en el aula, y disfrutar y reírme.

¿Hay anécdotas con tus alumnos que recuerdes con especial cariño?

Son tantas… Las noches de desvelo pasadas en los campamentos como aquel de Peñagolosa donde el frío hizo que las tres profesoras que íbamos tuviéramos que dormir bien abrazadas para sobrevivir… O las carreras con los alumnos por todo Madrid para llegar a tiempo al teatro. ¡Y lo logramos! (ríe).

Antes has hablado de roles. ¿Cuál crees que es la relación adecuada entre un profesor y un alumno?

No es una relación de amistad. El profesor debe saber ser profesor, encontrar el punto justo donde la relación no lleve a equívocos, porque estás enseñando y educando. Hay que marcar normas, respetarlas y, con la insistencia, conseguir que el alumno las siga, como en casa.

No es una relación distante, pero debe marcar el suficiente espacio como para que el alumno sepa lo que debe o no hacer. Es importante. Y como padres hay que hacer lo mismo o caeremos en un error.

¿Y fomenta el colegio la participación activa de los padres en la educación?

Sí. Tenemos un APA que funciona muy bien. Desde allí en colaboración con el colegio se creó una escuela de padres hace tiempo, que aborda temas que interesan a las familias y al colegio. Impulsan, además, múltiples actividades como el Kilo y la carrera solidarios, jornada de puertas abiertas, etc.

El despacho siempre está abierto para cualquier sugerencia, y es un placer recibirlas, porque pueden hacerte ver cosas que se te habían escapado y aprender mucho.

¿Qué tiene de especial este colegio? Para ti y para los padres que os confiamos la educación de nuestros hijos.

Muchas cosas. De entrada el ideario del centro, el que defiendo y en el que creo, la educación en valores, el acompañamiento personal, etc. La marca CEU conlleva la cultura del esfuerzo, con un nivel de exigencia justo y necesario, algo que se ha perdido en la sociedad de hoy.

Podría hablarte también de las nuevas tecnologías. Sí, efectivamente todas las aulas tienen su pizarra digital y ordenadores. O de las lenguas, ya que los niños están inmersos en lengua inglesa desde Infantil y hay muchas actividades extraescolares e intercambios…

Pero el valor del colegio que creo que inclina a los padres a confiarnos la educación de sus hijos reside en esos valores que cada profesor, en cada momento, en todas partes, transmite: saber estar, esforzarte, ser consciente de que tienes que trabajar las cosas para conseguir los objetivos. Esa formación personal y humana que dan las familias con la colaboración del colegio es lo que más vale la pena.

Cuando trabajé en la Oficina de Información al Nuevo Alumno, se notaba enseguida quién venía del colegio. Esa marca CEU es visible…

Sí. Nos esforzamos para que sepan estar, sean prudentes y sepan usar el registro adecuado. Tenemos una asociación de antiguos alumnos y es sorprendente ver cada año hasta dónde llegan. Contamos con grandes personalidades que van a marcar historia en nuestro país. Esto se consigue con la colaboración del colegio y la familia.

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El lipdub que hicisteis es muy bonito. ¿Cómo lo vivisteis? Imagino que esos días hubo un auténtico revuelo.

Mira (muestra orgullosa la fotografía del lipdub en la pantalla de su ordenador). Pero aunque fue un revuelo, estaba todo medido y con un equipo de gente fabulosa trabajando detrás. Creo que no hubo nadie que no se implicara, desde la cocina hasta el último de segundo de Bachillerato. Si no, no hubiera salido así, ya que eran más de 990 alumnos, los profesores y el personal no docente, todos trabajando en una misma dirección. La canción es un poema de una alumna de segundo de Bachillerato musicalizada por un profesor, y hoy se lo seguimos poniendo a los niños.

La verdad es que fue muy emocionante y ha creado una sensación de colegio que nos llena realmente. Muchas horas de trabajo y desvelos, pero fabuloso en todos los sentidos.

El colegio también ha apostado por el emprendimiento, en colaboración con la Universidad, a través de CEU Impulsa. ¿Estáis satisfechos?

Mucho. El año pasado tuvimos la experiencia piloto. Queríamos ver cómo resultaba ese espíritu empresarial de nuestros alumnos. Fue difícil decidir cuál era el mejor, pero conseguimos generar esa inquietud, ese despertar a la necesidad de crear, innovar o mejorar lo que existe y plantearse que en un futuro los empresarios serán ellos y que el futuro está en sus manos. Y con la colaboración de la Universidad lo estamos consiguiendo. De hecho, queremos continuar fomentando la cultura emprendedora en Bachillerato.

Queremos inculcarles que hay que esforzarse para conseguir los objetivos deseados y fomentar su creatividad, pero poniendo los pies en el suelo, sabiendo lo que quieren y cómo, no de un modo virtual.

Este año van a visitar de nuevo Lladró, uno de los lugares más emblemáticos del emprendimiento en Valencia e incluso el mundo. Es obra de un grupo de trabajadores que ha llegado lejos desde el trabajo constante y un referente para nuestros  alumnos.

Otra de las actividades emblemáticas del Colegio es la carrera solidaria. ¿Se han cubierto las expectativas este año?

Nos ha vuelto a sorprender. Ha tenido de nuevo mucha repercusión, más de 600 personas (entre las que te hallabas*) lo que me llena de alegría, por la implicación de las familias en las actividades del colegio, por la respuesta de los alumnos y  porque así hemos podido colaborar más con Cáritas en un momento tan complicado.

*Begoña, además de una madre que lleva sus hijas al colegio del CEU, es una runner convencida.

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