Enric Mocholí, alumni CEU UCH, en el ciclo CEU Descubre, donde ha presentado los resultados más recientes de su trayectoria investigadora.
Enric Mocholí, alumni CEU UCH, en el ciclo CEU Descubre, donde ha presentado los resultados más recientes de su trayectoria investigadora.

Enric Mocholí Gimeno cursó Farmacia en la CEU UCH y realizó su tesis doctoral, bajo la dirección del profesor Ignacio Pérez Roger, sobre el papel de la proteína RhoE en el desarrollo del sistema nervioso central y del cáncer. Su vocación investigadora le ha llevado a cruzar “el charco”, de ida y de vuelta, para trabajar con investigadores de referencia internacional. Primero, en el Albert Einstein College of Medicine de Nueva York, donde inició sus estudios sobre autofagia y respuesta inmunológica con el doctor Fernando Macián. Ahora, en la Universidad holandesa de Utrecht, donde lidera su propia línea de investigación en el laboratorio del doctor Paul Coffer. Invitado a participar en el ciclo CEU Descubre, Enric Mocholí, ha vuelto a la CEU UCH, a su Universidad, para compartir con sus colegas los avances de su equipo en el papel de la autofagia y el metabolismo en las enfermedades autoinmunes. En esta entrevista nos cuenta su trayectoria investigadora internacional, que empezó en los laboratorios del CEU.

Estudiaste Farmacia en la CEU UCH y decidiste hacer la tesis doctoral bajo la dirección de tu profesor Ignacio Pérez Roger. ¿Qué fue lo que te motivó para iniciar una carrera investigadora?

Cuando empecé en Farmacia no estaba muy motivado con toda la química que teníamos que estudiar, hasta que llegué a segundo donde empezamos a estudiar bioquímica y donde conocí a Ignacio Pérez Roger (Nacho). Nacho es un profesor diferente, no solo por la pasión que le pone a las clases, sino porque te hace pensar y eso realmente me encantó. Me di cuenta de cómo me motivaba y me gustaba: no me costaba estudiarla y además no se me daba mal. Por lo que decidí trabajar los veranos en el laboratorio de Nacho para aprender más. Ahí comencé a motivarme más y más por la ciencia.

¿Cómo recuerdas tu etapa de estudiante primero y de formación doctoral después en el CEU?

Lo recuerdo con mucha nostalgia, me lo pasé muy bien durante la carrera y conservo muchos amigos de entonces a los cuales me gustaría ver más, pero la distancia es lo que tiene. Me acuerdo mucho en los largos pasillos del viejo edificio del Seminario tratando de vender lotería para poder irnos de viaje de fin de carrera. Fue una gran época.

Después entré en el laboratorio de Nacho Pérez Roger a hacer la tesis y allí coincidí con un grupo fantástico, súper motivado y súper capaz. Dentro de este grupo cabe destacar a Enric Poch, a quien considero mi segundo mentor. Él me enseñó lo importante que es ser ordenado en el laboratorio, porque yo era un poco caótico al principio. La etapa de la tesis fue una de las mejores de mi vida, solo te tenías que preocupar por que el Western Blot que estabas haciendo saliera bien para que Nacho o Enric no te echaran la bronca. Me acuerdo que hicimos una gran piña, que lo hacíamos todo juntos.

Los profesores Enrich Poch e Ignacio Pérez Roger, "mentores" de Enric Mocholí en el CEU.
Los profesores Enrich Poch e Ignacio Pérez Roger, «mentores» de Enric Mocholí en el CEU.

Durante el desarrollo de tu tesis realizaste una estancia en el Center for Genomic Regulation de Barcelona y desde allí participaste con el grupo que lidera la doctora Mara Dierssen en una investigación sobre el papel de la proteína RhoE en el neurodesarrollo. ¿Cómo fue esa primera experiencia investigadora con el CEU, pero ya fuera del CEU?

Para mí fue una gran experiencia poder trabajar con Mara y su grupo, uno de los mejores en neurodesarrollo de España y en uno de los mejores centros de investigación: el CRG. Además, fue una gran experiencia personal salir de Valencia y vivir una temporada en Barcelona, aún me acuerdo cruzando toda Barcelona con la bicicleta a las 3 de la mañana para hacer los experimentos de neurodesarrollo con los ratones… Cuando salía del laboratorio a desayunar, aún me daba tiempo a ver el amanecer en la playa de la Barceloneta.

Cuéntanos el salto a Nueva York. ¿Cómo llegas al Albert Einstein College of Medicine y qué te aportó tu estancia allí, en lo personal y en tu carrera investigadora?

Cuando terminé la tesis en el CEU, en el laboratorio de Nacho Pérez, estaba totalmente convencido que quería seguir haciendo ciencia y uno de los privilegios en ciencia es que tienes la posibilidad de trabajar en sitios fascinantes. Nueva York estaba en mi lista de prioridades donde quería vivir una temporada y salió la oportunidad de trabajar en el laboratorio de Fernando Macián, un excelente inmunólogo y jefe: no he conocido a un jefe más bueno que Fernando. En su laboratorio aprendí mucho sobre autofagia e inmunología, que es en lo que me he especializado estos años y es en lo que sigo trabajando. En lo personal, fue una experiencia apasionante: NY es una ciudad maravillosa e hice un montón de amigos, lo pasamos en grande y que me acuerdo mucho de ellos.

Enric Mocholí, con el grupo del doctor Fernando Macián, con quien trabajó en Nueva York.
Enric Mocholí, con el grupo del doctor Fernando Macián, con quien trabajó en Nueva York.

Y de vuelta… pero a Holanda. ¿Por qué la Universidad de Utrecht y el laboratorio del doctor Paul Coffer?

Después de 4 años en NY, en los cuales publicamos varios trabajos relevantes para el campo, decidí volver a Europa. En ese momento, España estaba en plena crisis y era muy difícil volver, por eso busqué grupos en Europa. Por motivos personales, el primer sitio que miré fue Utrecht y en el laboratorio de Paul Coffer, porque en aquel momento Paul estaba interesado en estudiar el metabolismo en las células T y a mí también me interesaba la relación entre el metabolismo y la autofagia en las células T. Creo que fue una gran elección, porque Paul me ha dado la oportunidad de empezar mi propio grupo, pero poco a poco. A su lado estoy aprendiendo mucho sobre cómo manejar un grupo de investigadores, cómo diseñar proyectos o cómo presentar resultados. Además, moverme a Utrecht me abrió la posibilidad de trabajar con muestras de pacientes y hacer una ciencia más aplicada.

En Utrecht estás liderando tu propia línea de investigación, con hallazgos que pueden ser claves en los efectos de la autofagia y el metabolismo de las células T en las enfermedades autoinmunes. ¿Cuál es el logro más motivador y/o el reto más ilusionante para ti y tu equipo?

Para mí, todos los proyectos que mi grupo está trabajando ahora son motivadores, pero si tengo que elegir uno es autofagia. En el laboratorio acabamos de descubrir que la autofagia, que es el sistema de reciclaje de la célula, parece que se comporta de forma diferente en las células T que en otro tipo de células, parece que es mucho más específica en lo que degrada y, al parecer, esto tiene un gran impacto en la función de las células T. La relevancia de este hallazgo es que, por lo que estamos observando, esta autofagia selectiva está alterada en las células T de pacientes con enfermedades autoinmunes. Por eso, estamos muy motivados en descubrir por qué tienen alterado este sistema y si esto tiene alguna relación en con la enfermedad que estos pacientes padecen.

Enric, con dos de los miembros del equipo que ahora dirige en Utrecht, en el Coffer Lab.
Enric, con dos de los miembros del equipo que ahora dirige en Utrecht, en el Coffer Lab.

Esta invitación al ciclo CEU Descubre te ha permitido reencontrar a compañeros que actualmente trabajan también aquí en la relación entre autofagia y cáncer. ¿Qué ha supuesto para ti volver al CEU, reencontrarte con ellos y ver en qué están trabajando?

Para mí fue muy especial reencontrarme con viejos amigos y con mis dos mentores Nacho Pérez y Enric Poch. La verdad es que fue muy enriquecedor ver que les gusta lo que estamos haciendo en el laboratorio y tuve la oportunidad de conocer a los estudiantes de doctorado que están ahora a su cargo. Tuve tiempo para hablar con ellos sobre sus proyectos y me parecieron muy interesantes, incluso hablamos de hacer alguna colaboración. Me sorprendió lo mucho que han conseguido con los pocos fondos que hay en España para la investigación.

Eres investigador, diriges a un grupo de tres investigadores a tu cargo… ¿Qué es para ti lo mejor del trabajo científico?

Para mí, lo mejor de la investigación es poder descubrir cosas que nadie ha descubierto antes, por pequeño o insignificante que sea tu hallazgo. Si lo piensas así, puede ser muy motivador. Otra parte de la investigación que me motiva es cuando formulas una hipótesis, la piensas tú, planeas los experimentos para comprobarla, haces los experimentos y al final de un largo proceso… ¡descubres que estabas en lo cierto!

¿Qué le dirías a un alumno del CEU que esté valorando iniciar una trayectoria investigadora y quiera alcanzar tus éxitos?

Le diría que adelante, que no se lo piense. Para mí, este es el mejor trabajo del mundo, yo casi no lo veo como un trabajo, es como un hobby. También le diría que es duro, no va a ser fácil, es muy competitivo… Mucha gente le dirá que esto no es un trabajo de verdad (me ha pasado personalmente), se tendrá que ir fuera a mejorar como científico… Pero que el camino vale la pena, ¡es muy divertido!

¡Gracias por tu motivación, Enric! ¡Y muchos éxitos… más!

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