José María Huerta, Chema, se calza la grabadora y baja a ver a ‘las chicas’ de Relaciones Internacionales, con las que habla y ríe largo y tendido.

Tan a gusto ejerce de periodista que la entrevista se le desborda y la tenemos que resumir. Hasta un concurso de ‘Lo sabe y no lo sabe’ había planteado.

Y es que la complicidad de este equipo, la satisfacción por el trabajo bien hecho y la ilusión ante los importantes retos que está afrontando se contagian rápidamente al resto de compañeros de la casa.

Preguntas a Camino García Ventoso, directora de la Oficina Relaciones Internacionales

Para quien no conozca el departamento y las funciones que desempeña, resúmelo en una sola frase…

Relaciones Internacionales se ocupa, básicamente, de las gestiones académicas y no estrictamente académicas de toda la comunidad universitaria que tienen alguna característica internacional, como estudiar fuera, irse a hacer algún curso, recibir estudiantes extranjeros…

La Cardenal Herrera ha realizado una firme apuesta por la internacionalización. ¿Qué retos te supone a nivel personal y profesional?

Cuando lo oigo en los claustros, en los planes estratégicos, en los mails que manda el director de Madrid… la verdad es que me impone, porque sé que detrás de esa palabra que se dice en un segundo hay muchísimo trabajo. Me supone un reto altísimo y muy estimulante. Me gusta y me asusta a la vez cuando lo leo, porque sé que detrás estamos todas las personas que trabajan conmigo y yo.

A nivel personal tienes que estar no solo formado en idiomas, sino tener también una cierta actitud, ya que los sistemas y  procesos de estas personas no tienen nada que ver con los nuestros. Y profesionalmente debes adquirir muchos conocimientos acerca de cómo funcionan las cosas fuera de nuestro micromundo, y mucha capacidad de adaptación.

La Rectora habló en el reciente claustro del incremento de alumnos internacionales en nuestra Universidad. ¿Qué sientes? ¿Ves que vuestro trabajo está teniendo su recompensa?

Desde hace año y medio el cambio de la oficina ha sido radical. Hemos pasado de ser una oficina que gestionaba intercambios a internacionalizar realmente a nivel institucional y académico.

Y claro que se ve recompensando el trabajo: primero por el alumno que recibes, que es el indicador de si lo que haces está bien o mal: que esté satisfecho, que se integre de modo fluido… Y por otro lado, se nota en el apoyo de la casa: nos han dado más espacio, se han incorporado nuevas personas, se nos tiene en cuenta para planes estratégicos de calidad y mejora, otros vicerrectorados ya empiezan a integrar a los alumnos internacionales… la recompensa es inmensa.

Te pones tan seria… (risas)

(Risas). También tengo una faceta seria. Si no, esto no sale…

En línea con la apuesta que comentábamos, no solo al profesorado sino también al PAS, se le está animando para que mejore sus competencias idiomáticas. ¿Qué consejos les darías para afrontar este reto?

Ahora sí sale la ‘Camino auténtica’. La mejor manera de aprender un idioma es… echarte un novio/a que hable otro idioma, eso te lo garantizo… ¡Sobre todo cuando peleas! (risas).

Pero para quien no pueda o quiera hacerlo, las amistades. O, si no, los colegas de trabajo de otras universidades. Las relaciones sociales combinadas con el tema idiomático son muy potentes, ya que aprendes de una manera agradable sin darte cuenta.

Otra opción sin irte fuera es aprovechar las oportunidades locales que nos acercan mucho a las realidades extranjeras. Por ejemplo hay unos bares en Cánovas con conversaciones de tándem y numerosas actividades culturales como las del Instituto Francés, que te acercan al idioma y la cultura de un país.

No es el primer departamento de la CEU-UCH en el que trabajas. Si pudieras elegir, ¿con cuál te quedarías? ¿Y cuál te parece especialmente necesario dentro de la Universidad?

He pasado por el entonces SINA (Servicio de Información al Nuevo Alumno) con Marga Cardell, que ya no está. Y luego me mandaron a Internacional. Los dos me gustan, pero me quedo con Internacional, porque es especialmente divertido y aprendes mucho todos los días.

Y uno importante para el CEU… Hombre, yo he estudiado Publicidad. Creo que un departamento muy importante en la casa es Marketing, pero añadiendo quizá un equipo comercial, de venta.

Si cierras los ojos, ¿cuál es el primer recuerdo que tienes del CEU?

Tenía 18 años cuando vine, porque estudié aquí. Así que este Seminario, el tercer piso y el aula con mis compañeros, en 1994.

Y el primer recuerdo trabajando: Rosa, Laura y Antonio, que eran mis jefes en el SINA.

Dinos una persona de la casa a la que tengas un especial aprecio personal y agradecimiento profesional

No está aquí ya. Roberto Guillén. Fue profesor mío de Marketing y mi primer responsable en Internacional. Y todavía hoy trabajo mucho de la manera en que él me enseñó a trabajar. A pesar de todo lo que despotriqué, porque me quejaba mucho y me ponía muy nerviosa, pero aprendí mucho y se lo agradezco enormemente.

Ahora a Merche Gimeno, Responsable del Programa Erasmus y SICUE

¿Te contagia la manera de ver las cosas el hecho de relacionarte con tanta gente más joven y de otros lugares?

Sí, influye mucho. Incluso sigo pensando a veces que soy aquella chica que estudió Publicidad hace veinte años, porque todos los días mantengo una estrecha relación con los alumnos, entiendo y vivo un poco su mundo y cuando llego  a casa en el fondo me siento así de joven, lo que me parece muy beneficioso para mí, aparte de que el trabajo que hago me encanta.

¿Qué es lo más satisfactorio de tu trabajo?

Ver que hay una evolución siempre positiva, tanto del alumno español que viene a pedir información y termina yéndose de beca (y ves el antes y el después, que siempre es satisfactorio porque siempre hay una evolución vital), como con el alumno extranjero, que viene con muchísimos miedos y al final se va muy contento y con una experiencia positiva.

Pero de una manera especial es satisfactorio el resultado con el alumno español, porque le cuesta mucho salir del nido y tras esta experiencia aprende a sentirse libre y autónomo. Incluso algunos, a su regreso, deciden irse a vivir fuera de casa.

Una curiosidad. ¿Jugáis a adivinar la nacionalidad de los Erasmus?

No jugamos, pero lo sabemos, lo intuimos. Con los años tenemos ya más o menos las características de cada nacionalidad. Es curioso, pero con ver a un alumno puedes saber si es italiano, ya sea por el tipo de pelo, la ropa (que sabes que dentro de un año será la que lleven los nuestros) o la forma de dirigirse a la gente… A los alumnos polacos o de países del Este, al contrario, les cuesta hasta entrar en el despacho y preguntar …

Dime tu primer recuerdo en Internacionales, porque llevas aquí ya…

Pues en el CEU 14 años y aquí creo que 10. El primer recuerdo es Camino totalmente desbordada, porque estaba sola, y a nuestro primer director, Roberto Guillén, que intentaba explicarme todo en 5 minutos, y era imposible.

El primer día tuve mucho miedo porque era algo totalmente desconocido, pero conforme pasaban los días me di cuenta de que era el mejor departamento en el que podía estar. Y, de hecho, sigo pensándolo y cada vez estoy más contenta, tanto por los compañeros como por el trabajo, que es muy agradecido… Todos los años son una experiencia nueva. Y vamos a más.

Le toca a Pía Mahmoudi, responsable de Programas Internacionales


¿Con cuántos alumnos extranjeros llegas a hablar al año?

¿500?

¿Esperan lo mismo de la Universidad los alumnos extranjeros que los españoles?

Depende de qué alumnos hablemos. En los erasmus hay de todo: el que se lo toma en serio y el que no, aunque, como los nuestros, todos esperan aprobar a final.

Y los estudiantes que vienen a hacer toda la carrera, esperan lo mismo que los de aquí: disfrutar las clases, aprovechar…

En el plano cultural, ¿qué diferencias llaman más la atención?

Según la nacionalidad. Los hay ‘muy, muy, muy’ educados, como los taiwaneses, con una cultura completamente diferente a la europea. Si, por lo que sea, están descontentos, tienen una sonrisa en la cara.

Y en los europeos se nota el tema de la globalización: cada vez son más parecidos a los españoles o viceversa.

Quizá los italianos y portugueses son más abiertos, y los polacos y letones suelen ser más tímidos y se centran más en los estudios.

¿Puedes confirmar al Docu que los alumnos que vienen de fuera nos conocen por la paella y los toros?

(Risas) Pues no: por la siesta. Aquí ha llegado a venir gente que preguntaba a qué hora abríamos a mediodía (ya hace tiempo, con el otro horario), y les decíamos que de 13 a 16 estaba cerrado. Y decían: ‘Ah. Por la siesta’. ‘Claro, pensábamos nosotras. Nos tumbamos en el suelo a descansar un rato…’.

¿Realmente en qué idioma piensas?

Yo sueño en alemán o en español. Solo pienso en ingles si estoy muy metida en el entorno o hablando con ingleses. Y, quieras que no, lo que más hablas en este servicio es español.

Revive un momento vergonzoso que hayas pasado en el CEU

El día que empecé a trabajar. Me llamaron y me dijeron que me pasara… Me acicalé con calma y mi madre me preguntaba, ‘¿Seguro que no trabajas ya hoy?’. Y yo: ‘que no, que era para firmar los papeles’. El caso es que llego a las 12 horas y están esperándome. Merche tamborileando con los dedos en la mesa y diciéndome. ‘Y tú qué’. Y yo: ‘Pues a firmar papeles’. Y la otra: ‘Qué firma ni que papeles? Entrabas a primera hora.  Pues empezamos bien, ¿eh?’. (Risas). Esa fue mi entrada triunfal.

Y cierra Elena Alcaide, responsable de Prácticas Internacionales


¿Cuáles son los alumnos más inquietos a la hora de buscar prácticas?

Quizá los de Comunicación y Arquitectura. Magisterio se va a movilizar mucho porque van a tener en cuenta los conocimientos de inglés de cara a las oposiciones y tener otra experiencia en otro país europeo con niños te da mucho bagaje.

Otros que se está animando bastante son los grados de Ciencias de la Salud. Incluso de Medicina, que ya empiezan a tener ese espíritu de irse fuera.

Los jóvenes son conscientes de la situación laboral en España. Saben que hay que estudiar idiomas fuera y que, además, la estancia te aporta un valor añadido a tu currículo a nivel no solo lingüístico sino también personal. Además cada vez se interesan antes y vienen de primero diciendo que se quieren ir…

¿Notas el cambio realmente en los alumnos cuando vuelven de las prácticas?

Sí. Cuando vienen a pedirlas tienen dudas, porque suele ser su primera experiencia importante fuera… Y cuando vuelven han cogido  tablas, les ha gustado más de lo que pensaban, han visto que ir a otros países les abre puertas, se ven con más recursos y capaces de hacer cosas… y animan a otros a que se vayan. La mayoría vuelve diciendo ‘Y ahora qué más puedo hacer?’. Les marca positivamente

¿Qué países son más parecidos y más diferentes a España a nivel profesional?

Los países mediterráneos en general suelen tener características similares, un mercado laboral parecido. Los alumnos que se van allí dice que están a sus anchas, ya que además influye la similitud cultural. En Reino Unido, Alemania, países nórdicos… cuesta más encajar.

En España estamos  acostumbrados a trabajar muchas horas y en otros países aprovechan más el día y luego se van a hacer su vida.

Aquí se da por hecho que eres becario y, o no cobras, o cobras poco, pero en países como Bélgica donde el nivel de vida es caro, te dan una buena ayuda y se valora bastante la figura del becario.

Y luego es curioso lo que ocurre en países donde los alumnos son más reticentes a ir por los estereotipos, como Polonia, Croacia o Malta, donde luego las experiencias son muy buenas. Se dan cuenta de que puedes aprender igual de bien el inglés que en Reino Unido, ya que eso depende de la empresa y las personas.

Una curiosidad. Cuando hablas con una persona extranjera y no sabes que decir, ¿tienes una palabra comodín?

Sí. ‘Let’s see’. ‘Let me think…’. Pero la mayoría de comunicaciones formales son por escrito, y por teléfono hay complicidad y no te sientes agobiado.

Posdata: Además de un fallido concurso de ‘Lo sabe y no lo sabe’, donde todas las respuestas salían porque unas auxiliaban a las otras, Chema les pide anécdotas. Lo que realmente les cuesta es seleccionar de entre los millones que atesoran al año.

Pero eligen dos al azar:  aquella vez que Camino preguntó a un estudiante con turbante qué llevaba debajo y, lejos de importunarle, al joven le hizo ilusión que alguien se atreviera a hacerlo (y así pudo contarle con pelos y señales el significado del tocado).

O esa otra del alumno argentino que en su documentación mandó una foto de cuando tenía seis años y el equipo no sabía si estaba ante un superdotado. Aún la guardan.

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